Cinturones de radiación, áreas del espacio que rodean la Tierra y los planetas Júpiter y Saturno y que contienen protones de alta energía y electrones.
Un contador Geiger, un tipo de detector de partículas, se instaló en el primer satélite estadounidense, el Explorer 1, lanzado el 31 de enero de 1958. Con él se obtuvo la primera evidencia de que la Tierra está rodeada de regiones que contienen partículas cargadas de alta energía. Estas regiones se llamaron cinturones de radiación de Van Allen, en honor de James A. Van Allen, de la Universidad de Iowa, que estuvo al frente del equipo de científicos que dirigieron los experimentos.

Estructura y constitución

Los cinturones de radiación que rodean la Tierra, constan de electrones y protones capturados en una región de forma toroidal centrada alrededor del ecuador magnético. Esta región se extiende desde algunos cientos de kilómetros sobre la Tierra hasta unos 48.000 a 64.000 km. Los electrones y protones proceden de los rayos cósmicos y del viento solar, un flujo continuo de partículas —sobre todo de electrones y protones— que emanan del Sol. Las partículas son arrastradas en recorridos helicoidales sobre las líneas del campo geomagnético por la fuerza de Lorentz (fuerza ejercida por un campo eléctrico y un campo magnético sobre una carga eléctrica en movimiento). Dado que el campo magnético aumenta cerca de los polos de la Tierra —es decir, las líneas del campo se hacen más densas— las partículas se mueven de un lado a otro en recorridos helicoidales entre los polos norte y sur de la Tierra. La mayor parte de los protones de alta energía (mayor de 10 MeV) se encuentran en el cinturón interior a una altitud de 3.200 km; los electrones están más concentrados en un cinturón exterior que se extiende a muchos radios de la Tierra en el espacio.

Peligros de los cinturones de radiación

Los circuitos electrónicos y las células solares de las naves espaciales se deterioran con las exposiciones largas a los protones rápidos, capaces de penetrar varios milímetros en el metal. Los cinturones de radiación de gran intensidad alrededor de Júpiter exigieron una protección eficaz para los circuitos electrónicos de las naves espaciales Pioneer y Voyager. Para los seres vivos, la radiación tiene los efectos dañinos generales de la radiación ionizante, y por tanto, las misiones espaciales se planifican de modo que se reduzca al mínimo la exposición de los astronautas a las regiones más intensas de los cinturones de radiación.

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