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Leyenda del ombú
Por Tercero Arriba, por los pagos del Tercero y por San Justo, los
paisanos del lugar dicen historias como éstas:
El ombú suele aparecer raramente... Lo creen árbol bueno, su raíz enorme
y retorcida con grandes protuberancias sirve de guarida a los perros.
Lo creen un árbol bueno porque generosamente da sombra al caminante.
Cuando Dios hizo el mundo, después de haber hecho los mares y la tierra,
los hombres y los animales, cuando hacía las plantas, a cada una le
preguntaba lo que quería ser. Cuando le llegó el turno al Quebracho, éste
le dijo:
- Tata Dios... ió quero ser juerte y duro pa resistir los golpes de la suerte,
y Tata Dios lo hizo juerte y duro. Cuando le llegó el turno al jacarandá,
éste dijo:
- Tatita... ió quero ser coqueta como mujer, y Tata Dios la hizo coqueta...
Después le llegó el turno al cañaveral...
- Qué querís ser vos?... le dijo Tata Dios...
- Ió quero ser, Tata Dios, largo y duro pa ser lanza e soldado y picana e
los bueyes en el trabajo e las carretas... dijo el cañaveral del cañadón...
Por último le llegó el turno al ombú y éste al ser preguntado por Tata
Dios, le contestó:
- Tata Dios... ió quero ser coposo para dar sombra y descanso a los
caminantes; ió no quero flores ni perfumes, ni vistosos colores, ni jugo, ni
siquiera fruto... que mi tronco sea blando y que ni los clavos puedan
quedar clavados en mi madera... Tata Dios... ió quero hacer el bien a los
hombres... ió quero aliviarles las fatigas cuando cruzan las llanuras y los
montes, los ríos y montañas bajo el sol calcinante y muertos de sed en
medio de la tierra reseca por el fuego y el calor...
Y Tata Dios lo hizo como le pidió el ombú.
Pasaron muchos siglos y siglos... Vino el Redentor del mundo, salvó a los
hombres y éstos lo crucificaron. Cuando el ombú lo supo corrió y pidió
hablar con Tata Dios... Tatita Dios consintió y el pobre ombú lleno de
dolor; le dijo:
- Tata Dios... cuando usted hizo los árboles les preguntaba a todos qué
querían ser... y tuitos querían ser bonitos, lindos y juertes... Ió no quería
nada deso pa que jamás pudiera servir de cruz, como sirvieron otros
otros árboles pal Hijo de Dios que nos trajo amor al mundo...
- ¡Ah...já!...bueno mhijito... mi hais ienao de satisfacción... A naides había
oído hablar tan lindo, dijo Tata Dios... y abrazándolo, le dijo:
- Ió te protegeré por toda la eternidad para que sigas haciendo el bien a
los hombres...
Tomada del libro Leyendas cordobesas de Julio Viggiano Esain.
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