Esos son los consejos que El Fary
quiere dar a los nuevos talentos que está promocionando, como en los
casos de Melody o el de su hijo Javi Cantero.
Su nueva faceta de cazatalentos
la atribuye a sus aprendizajes en la calle:
«Nadie me puede negar que mis
vivencias me sirven para saber dónde hay arte. Normalmente, veo si
hay un valor interior, que a veces la gente no sabe apreciar. Es lo
contrario de las casa discográficas, que lo quieren todo hecho. A
los artistas hay que pulirlos muy poco a poco».
Aunque en el caso de un hijo las
cosas no pueden ser tan sencillas:
«La primera persona que me dijo
que mi chaval cantaba divinamente fue mi mujer. Yo en un principio
no le di mayor importancia, pero un día le escuché y mi sorpresa fue
mayúscula, ¡mi madre, cómo canta!, porque una cosa es que escuchéis
lo de la moto y otra lo que él canta. Cuando lo hace por bulerías o
por tangos es insuperable. En este disco canto con él un rap muy
gracioso».
Nada que ver ese mimo y cuidado
que el Fary pone en sus nuevos valores con el «interés» que, según
él, mueve a otros productores, como los de OT:
«Allí les exigen un contrato. No
son los medios naturales y eso que las criaturas se defienden...
Esos artistas, que se han hecho en dos meses, no sé si soportarán
luego la cuesta abajo. Creo que irán perdiendo fuerza y a ver luego
quién se acuerda de ellos».
Y El Fary, que ya es consciente
del rosario de dichos populares que se han creado en torno a su
apariencia, ni se inmuta:
«No me afectan, porque soy
realista. Muchas veces me veo al espejo y me digo: "Oye, Fary, estás
flojito". Pero, con todo, muchos guapos querrían haber triunfado
como yo. Con decir que el Rey me saludó un día que estaba por la
calle. Y yo, sin saber qué es ser monárquico, me di cuenta de la
gran persona y lo sencillo que es Don Juan Carlos».
G. DE
SANTIAGO