Antinatalidad, rupturas, mayores solos: la UAO analiza el coste social de la disfunción familiar El estudio de la Universidad Abat Oliba denuncia que se "enmascaren" las consecuencias para no buscar soluciones. ¿Qué son las "nuevas familias"? ¿Aportan mejorías a la sociedad, más prosperidad, más salud, más felicidad y bienestar? ¿Es razonable fomentarlas? En realidad, de cada 100 hogares en España, sólo pueden considerarse "nuevas" dos categorías: las familias "reconstituidas" (divorciados recasados o que conviven con hijos de los otros cónyuges) y las parejas homosexuales. Las primeras son el 1,5% de los hogares españoles. Las segundas son el 0,07%, de las cuales sólo 1.275 son matrimonios en el momento del estudio de la Universidad Abat
Oliba (UAO). El resto de los hogares son matrimonios de hombre y mujer (75%), viudos o viudas (8%) y hogares monoparentales (7%, que no se consideran "nuevas"), además de parejas de hecho (6%). Éstas dos últimas realidades no son nuevas en ningún sentido, aunque son ahora más frecuentes. La UAO señala una serie de indicadores sociales que llaman la atención. Por ejemplo, ya en 1995 en un tramo de edad de juventud madura (30 a 34 años) España tenía un 15% de personas esterilizadas. De los 35 a 39 años, eran un 28%. Es una apuesta por la no-fertilidad que expresa la falta de dinamismo de futuro y de apuesta por la familia en los años post-olímpicos. [En 1985, sólo un 4% y un
7% de personas con estas edades se esterilizaban]. Las disfunciones sociales que se observan incluyen: - Cada vez, menos hijos por mujer - Cada vez, el primer hijo llega más tarde - Los abortos no dejan de aumentar (un 50% desdee el año 2000). - Los divorcios y rupturas se han disparado (especialmente con la última ley del "divorcio exprés") - Crece el número de mayores de 65 años que viven sólos (ligado a un nuevo tipo de pobreza) - Aumenta el número de hijos fuera del matrimonio (un factor ligado a riesgos de pobreza y salud) - Los asesinatos de mujeres dentro del matrimonio eran en el año 2000 los mismos que en 1975. Por el contrario, a medida que aumenta el número de parejas de hecho, aumenta el número de mujeres asesinadas en esta modalidad de relación. Según Josep Miró i Ardèvol, director del Instituto de Estudios del Capital Social de la UAO, "tenemos una cultura basada en la satisfacción inmediata del deseo, que no valora los vínculos ni los compromisos; al perderse el sentido del matrimonio, la paternidad, la maternidad, la fraternidad y el parentesco, nuestra sociedad se llena de individuos aislados, frágiles ante el futuro". En esta sociedad de individuos aislados se dan además otros dos fenómenos: una cultura de la transgresión (no hay límites, todo se considera trivial, irrelevante) y se pierde todo sentido de la trascendencia, no sólo religiosa, sino interpersonal. No tiene sentido apelar "al mundo que dejaremos a la siguiente generación" porque hay muchedumbres enteras desvinculadas de esa siguiente generación. Consecuencias de perder el sentido del matrimonio Según los datos que expone el estudio de la UAO, a medida que la palabra "matrimonio" deja de significar algo, aumenta el número de personas que cohabitan y de parejas que rompen. El resultado son más familias monoparentales y también más hijos fuera del matrimonio. Todo ello favorece la violencia contra la mujer, disminuye la natalidad, aumenta la pobreza femenina, envejece la población,
crece el número de gente que llega a una edad anciana estando sola (sin cónyuge, ni hijos ni nietos). El resultado final es una demografía débil y una Seguridad Social que amenaza con quebrarse en poco tiempo. Consecuencias de tardar mucho en tener el primer hijo A nivel estadístico y macrosocial, cada vez se empiezan antes las relaciones sexuales... y cada vez se tarda más en tener hijos. Esto ha ido ligado (en España y en todo Occidente) a un enorme crecimiento del aborto, una oleada de varias enfermedades de transmisión sexual y todo un debilitamiento del sentido de la maternidad y paternidad. Al separarse sexualidad de reproducción, ésta se concibe como la "adquisición de descendencia", lo cual abre el camino a toda una cultura de la manipulación genética. Por decirlo gráficamente, miles de parejas (que a veces rompen) y de individuos sin pareja tienen a otros tantos miles de hijos congelados en estado embrionario en diversas neveras de las clínicas de fecundación in vitro, muchos de
ellos con la etiqueta "embriones defectuosos". Estos hijos no se ven como hijos. Es otro aspecto de la crisis del parentesco. Otras consecuencias económicas Al no haber una visión de "trascender" ni de vinculación, al no querer dejar nada a la siguiente generación ni a nuestra comunidad, se pierde la perspectiva temporal: no se invierte a largo plazo, y eso significa menos investigación + desarrollo; disminuye además la creatividad, hay menos tasa de progreso técnico y por lo tanto, a largo plazo, menos productividad. Todo lleva a una cultura del "¿para
qué esforzarse si ya estoy bien, para qué buscar algo más o mejor?" Un indicador económico como es la confianza está arruinado en una sociedad de la desvinculación: todo es más complicado, todas las apuestas son provisionales y pequeñas. La estabilidad en una pareja, por ejemplo, es costosa: cuesta informarse, conocerse, y tener la confianza de que vale la pena. Una sociedad en que la ruptura parece significar "coste cero" (divorcio exprés) tenderá a no invertir
en estabilidad y a mostrar como rentable actitudes como la infidelidad. Quién genera capital social Juntar un grupo de personas en un piso de estudiantes, aunque convivan varios años, se lleven bien y se ahorren costes, no es una forma de generar mucho capital social. ¿Qué tipos de uniones humanas generan capital social, y por lo tanto riqueza y bienestar? Son aquellas uniones basadas en compromiso mútuo y además en compromiso con la sociedad y que además tienen vocación de estabilidad. Es el caso del matrimonio: matrimonios fuertes y familias fuertes son la mejor garantía de educación y apoyo a niños y ancianos: ahorro en conflicto social (en cárceles, policías, jueces), ahorro es gastos públicos, sostenibilidad del estado del bienestar, capital
humano, impulso a la creatividad y mayor tasa de progreso técnico. Lamentablemente, las leyes en España no van en la línea de apoyar la familia y el matrimonio. Recordaba la Fundación para el Desarrollo Humano y Social las 10 leyes de los últimos años que más van a dañar al tejido familiar español con toda la pérdida en capital social que eso implica. También el Instituto de Política Familiar ha publicado esta semana su informe anual y recuerda que España es
el único país de la UE que no gasta ni un 1% de su PIB en ayuda a la familia y que Dinamarca gasta diez veces más que España en este concepto. |