No es una elección, es un niño
Santa Virgen de Guadalupe, rogad por nosotros
Una imagen es más valiosa que mil palabras
¡¡¡ATENCIÓN!!!
¡¡¡ATENCIÓN!!!
Fotos de bebés abortados
"Una imagen vale más que mil palabras" En este caso, sin embargo, es muchísimo más valiosa.
ABORTO PROGRESISTA
Juan Manuel de Prada
Más execrable que el crimen del aborto me resulta la anuencia sorda, la complicidad cetrina de una sociedad que lo acepta como un mal menor, o incluso como un remedio benéfico. Una sociedad capaz de convivir silenciosamente con su oprobio es una sociedad enferma; si, además, ese oprobio se erige en mercancía de chalaneo electoral, quizá debamos preguntarnos si esa sociedad no está demandando una autopsia urgente.
Vuelvo a referirme al aborto, esa incalculable abyección moral, desoyendo los consejos de mis editores, agentes y demás promotores de mi carrera literaria, que me solicitan que calle y me lave las manos, para no crearme rencillas y animadversiones. Cuando me adjudicaron el premio Planeta, varias revistas culturales propagaron mi beligerancia contra el aborto y solicitaron a sus lectores que no compraran los libros de alguien que se atrevía a pronunciar tamaña inconveniencia. Al parecer, denunciar la condición criminal del aborto constituye un síntoma de adhesión a la derecha ultramontana; lo progresista es acatar la barbarie, bendecirla ó al menos transigir pudorosamente con ella, como si la barbarie fuese algo que no nos atañe, como si el aire que respiramos no estuviese infectado con sus miasmas.
Yo quisiera que alguien me explicase con argumentos morales por qué condenar el aborto constituye un ademán reaccionario. Y que me explicara también por qué la defensa de la muerte, la impía negación del futuro constituye una muestra de progreso. Si el progreso del hombre se ha cimentado sobre el respeto a la vida, sobre su indeclinable protección, sobre su condición de bien jurídico máximo e intangible, ¿por qué estas consideraciones se soslayan cuando nos enfrentamos al aborto? ¿Qué extraño estado de excepción justifica la abolición de esos ideales de progreso? Uno sigue pensando que el progresismo se resume en la vindicación de la vida. Pero nuestros gobernantes, que se llenan la boca invocando el Estado de Derecho y demás paparruchas de boquilla, prefieren esquivar esta ignominia, o, en el colmo de la abyección, la enarbolan como pancarta para captar prosélitos. Ni siquiera haría falta aludir a un sentido trascendente de la vida para condenar el aborto; la mera biología nos enseña que la célula resultante de la concepción incorpora combinaciones genéticas propias. Causa espanto (y explica la índole hipócrita de nuestra enfermedad) comprobar cómo la misma sociedad que se subleva porque unos quintos arrojan una cabra desde un campanario calla sórdidamente ante el exterminio discreto de tanta vida inerme. Y causan espanto los circunloquios de cinismo que se emplean para mitigar la repugnancia de este exterminio, como esos estrafalarios sistemas de plazos que pretenden establecer la licitud o ilicitud del aborto dependiendo de las semanas de gestación, como si el mayor o menor tamaño del embrión delimitase diversos rangos de crimen; como si matar a un enano fuese más o menos delictivo que matar a un señor talludito.
¿No sería más progresista destinar partidas de dinero público a las mujeres que se han quedado embarazadas y no pueden acometer los gastos de crianza de su vástago? ¿No sería más progresista socorrer a las familias que no pueden hacerse cargo de una familia numerosa? ¿No sería más progresista castigar el egoísmo de las familias que sí pueden hacerse cargo pero prefieren la solución desinfectante del quirófano? ¿No sería más progresista alentar la creación de orfanatos regidos por la humanidad y el esmero educativo? Pero hemos conseguido entre todos que el progreso y el compromiso consistan en adoptar niños de Colombia, o de Groenlandia, para acallar nuestra mala conciencia. Resulta una paradoja hiriente, amén de repulsiva, que precisamente hoy, cuando la solidaridad de lejanías se ha convertido en moneda de curso corriente y en certificado de progresismo postizo, hayamos transigido con el aborto. Y, sobre todo, resulta infrahumano, tan infrahumano como caminar a cuatro patas.
UNA IMAGEN VALE MÁS QUE MIL PALABRAS
"Una imagen vale más que mil palabras" En este caso, sin embargo, es muchísimo más valiosa.
Que patético pueblo seríamos si permitieramos el exterminio de otro pueblo entero. Sin duda, nos pondríamos furiosos contra el pueblo opresor por permitir este enorme sufrimiento.
Debemos subrayar la importancia de mostrar estas fotografías. De esta forma se ha conseguido salvar a muchos niños no nacidos de una horrible muerte por aborto, y ha prevenido a muchas mujeres y hombres sobre la pena y las terribles consecuencias morales y psicológicas que habría supuesto abortar a su propio hijo o hija.
Podemos hacer un poco de historia sobre el impacto que supuso mostrar algunas imágenes de crueldad extrema como evidencia de su innegable eficacia. Pensemos un momento en lo que supuso la terrible matanza del holocausto judío, en los cadáveres de los niños vietnamitas muertos bajo los bombardeos, o los de cualquier otra guerra, de guerillas, de represiones y desapariciones masivas que
tuvieron lugar en muchos países de latinoamérica.
Estas fotografías pretenden ser una llamada de atención sobre la conciencia de la gente de buena voluntad.
Necesitamos contemplar estas espantosas imágenes de niños no nacidos, arrancados salvajemente del vientre de sus madres, para concienciarnos de la tragedia que está teniendo lugar ante nosotros, alentada por nuestra pasividad e inacción.
Podemos mencionar lo ocurrido tras el holocausto judío en la Segunda Guerra Mundial. Cuando los campos de exterminio masivo eran liberados, los soldados aliados obligaron a los ciudadanos de Alemania a visitar lo que quedaba de aquella pesadilla. Hombres, mujeres y niños fueron obligados a visitar personalmente estos campos para que diesen testimonio directo de aquel horror, que en
muchos casos, ellos mismos habían tolerado con su pasividad.
De la misma forma, hoy en día está ocurriendo otro holocausto ante nuestros propios ojos, Millones de niños están siendo masacrados sin piedad en las "clínicas" abortistas sin que la mayoría haga nada para impedirlo.
Estas fotografías pueden, deben hacer que las conciencias adormecidas despierten de su letargo y comiencen a actuar.
A continuación mostramos unas fotografías de todas estas atrocidades. Es muy difícil mirarlas sin conmoverse hasta lo más profundo del alma.
Pensémoslo por un momento. CUANDO ALGO ES TAN HORROROSO QUE NO PODEMOS NI MIRAR PARA ELLO, QUIZÁS TAMPOCO DEBERÍAMOS TOLERARLO!!!
Es necesario que los medios de comunicación muestren al mundo lo que es el aborto. El aborto es una realidad tan horrible que las palabras solas no podrían nunca relatar su significado real.
A continuación presentamos una mera sombra de la espantosa realidad del aborto. Sólamente el ver tales imágenes puede provocarnos la clase de indignación necesaria para sostener los sacrificios que fuesen necesarios para acabar definitivamente con toda esta barbarie.
Es especialmente crítico mostrar a la gente las imágenes de los niños abortados dentro del primer trimestre. Mirar a estos niños, los cuales constituyen el 90% de las víctimas del aborto, puede impedir que persista el mito de que no se trata realmente de niños.
Que Dios Misericordioso los bendiga a todos.
Amén