El aborto y la mafia


Aborto, ocultación, engaño, fuente de enriquecimiento..., silencio.

La prestigiosa General Electric (GE) ha inventado un artilugio que realiza ecografías en lo que ellos llaman 4D. El invento en si es un avance notable para la medicina neonatal, pero le ocasionó problemas a la empresa cuando GE decidió lanzar una campaña publicitaria para su comercialización.

En los anuncios se veía, claramente lo que es un ser humano vivo, un feto de pocas semanas. La fuerza de sus imágenes dieron la vuelta al mundo, porque lo que mostraban las imágenes era simplemente a un niño. Y ahí empezaron los problemas, porque esto, el mostrar la realidad, los grupos pro aborto no lo podían consentir.

GE no estaba haciendo una campaña pro vida, sino vendiendo las ventajas de un buen producto a base de enseñar al ser que vive en el seno de su madre, pero precisamente era eso lo que no se podía consentir, porque el impacto era una demostración masiva de la humanidad del no nacido. Para los abortistas este progreso podía condicionar a la población y especialmente a las mujeres. Tenían razón: es mucho más fácil matar a distancia apretando un botón que mirando a los ojos de la víctima.

Si la ideología dejara espacio para el raciocinio convendríamos, tirios y troyanos, que el aborto es un acto extremo que no debería formar parte del bagaje habitual de una sociedad civilizada. No tiene nada que ver con la emancipación de la mujer -al contrario- las somete a un acto muy cruento, que a muchas las deja marcadas de por vida, como saben bien sicólogos y siquiatras. No es una conquista progresista, si progreso es mejora de la humanidad. Citemos solo un nombre relevante de los muchos que se han opuesto por humanidad. Paolo Pasolini, ese gran trasgresor y gran intelectual italiano, homosexual confeso en tiempos difíciles para las personas de su condición. Pasolini escribió y bastante sobre este mal.

Que el aborto es un daño lo contempla la propia legislación española: es una figura tipificada en el Código Penal, una figura que no se aplica.

Los tres famosos supuestos, se han convertido en realidad en uno, la grave enfermedad mental de la madre. Si los datos fueran ciertos, un porcentaje insólitamente alto, en comparación con Europa, de mujeres españolas que quedan embarazadas estarían aquejadas de enfermedades mentales muy graves. Es obvio que no es así. Se trata simplemente de un subterfugio para practicar un fraude de ley a escala masiva.

Un fraude que ha dado pie -para mayor escándalo- a sólidos negocios y buenas fortunas de personas que empezaron con una mano delante y otra detrás. El solo hecho de que el aborto sea en nuestro país fuente de enriquecimiento debería mover a una repugnancia innata.

Es dañino para la salud mental y moral de nuestra sociedad, los políticos y los medios de comunicación que hayan de venir de otros países para mostrarnos el fraude. En 2004 dos grandes reportajes de The Sunday Telegraph, basados en una grabación con cámara oculta, pusieron de relieve esta práctica ilegal con fetos de más de 22 semanas. Ahora mismo alguien tan serio y nada mojigato como la televisión pública danesa DR muestra la conversación para un aborto de este tipo entre el doctor Carlos Morín, una persona de largos antecedentes en este campo, y una periodista embarazada de 30 semanas, también grabado con cámara oculta.

Lo peor , claro está, son las víctimas inocentes, pero lo malo es la contaminación de la ilegalidad que lo ha invadido todo a lo largo de estos años. Porque para que ese fraude tan inhumano subsista es necesaria la ocultación, el engaño y el silencio.

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29/11/2006

Josep Miró i Ardèvol


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