épica - histórica

 

 

 

La recomendada

A partir de La Iliada, de Homero, y de otros textos clásicos, esta película describe la caída de Troya, hacía el 1.200 a. C., a manos de los griegos, agrupados en torno a Agamenón, el tiránico rey de Micenas. La guerra la provoca el príncipe troyano Paris cuando, tras unas negociaciones de paz, huye a Troya con Helena, la esposa de Menelao, rey de Esparta y hermano de Agamenón.

La ira de Menelao ante ese adúltero romance agrupa a todos los reyes griegos, que atacan las inexpugnables murallas de Troya con mil naves de guerra cargadas de soldados. Por su parte, el caudillo de los troyanos es el noble y valiente Héctor, hijo mayor del Rey Priamo. Héctor intenta evitar la guerra por todos los medios, pero la ambición de Agamenón y el destino cruel provocan una de las batallas más cruentas de la historia.

Tras varios fiascos, el alemán Wolgang Petersen (El submarino, En la línea de fuego) recupera en Troya el pulso narrativo, aunque no provoca la profunda conmoción de los grandes títulos del género épico. La ambientación , el vestuario y los efectos especiales son siempre vistosos y muy impactantes en las violentas escenas de batallas. También resultan brillantes la fotografía y la banda sonora. Sin embargo, la puesta en escena casi nunca pasa de correcta y sólo emociona en contadas ocasiones, más intimistas que épicas.

Quizá la culpa de esa cierta frialdad expositiva no sea de Petersen, sino  de la escasa hondura del guión de David Benioff, que afecta también a las interpretaciones. La gran sorpresa es Eric Bana, que se luce en su creible caracterización del noble Héctor. Su pacifismo, su cariño familiar, su valentía y su sentido religioso, compatible con un sano pragmatismo, sintetizan las grandes virtudes que Homero exaltó en sus obras. Fuera de él, Sean Bean y Peter O´toole aprovechan ocasiones y Brad Pitt cumple como Aquiles, aunque su caracterización carece a menudo de alma y resulta excesivamente física, sobre todo en varias irritantes escenas sexuales, tan postizas como las extensiones capilares que luce el actor.

 

"El oficio de las armas"

Tras ocho años de inactividad, el septuagenario cineasta italiano Ermanno Olmi (El árbol de los zuecos, La Leyenda del santo bebedor) dirigió en 2001 El oficio de las armas, sensacional drama histórico que ganó nueve premios David di Donatello. La película arranca con el funeral de Giovanni de Medicis, capitán de las tropas pontificias, muerto con 28 años el 29 de noviembre de 1526. La causa: la herida de arma de fuego que recibió durante su campaña contra los lansquenetes alemanes, mercenarios luteranos, al servicio del emperador Carlos V, que irrumpieron en Italia bajo el mando del general Zorzo Frundsberg.

Este esfuerzo de Olmi por adentrarse en las profundidades antropológicas, sociológicas y religiosas de la Europa del siglo XVI  se manifiesta también en un impecable trabajo de ambientación, resuelto siempre con un naturalismo de altísimo vigor visual. Esta excelencia formal salva alguna premiosidad narrativa, rebaja el explícito erotismo de un par de escenas e involucra al espectador en el angustioso universo de la película. Un universo hiperrealista, pero matizado por un empleo casi onírico de la iluminación y la música.

A través de un largo flash-back, el guión desarrolla una especie de reportaje histórico, impulsado a veces por los personajes hablando a la cámara. Sobre ese entramado documental se asienta una trama de ficción de impactante dramatismo y con profundas reflexiones sobre la crueldad de la guerra, la traición como recurso político, el ideal del caballero cristiano, el valor del perdón y el arrepentimiento, y la necesidad de la fe, la esperanza y la caridad como únicas armas eficaces frente al pecado. En este sentido, cabe incluir en las antologías secuencias como la del crucifico románico despedazado.

Todo este despliegue de talento se redondea con unas interpretaciones muy sólidas, fundamentalmente gestuales, pero también eficaces en la elegante declamación del refinado guión. Ni un solo anacronismo ensombrece la labor de los actores, metidos hasta los tuetanos en una época muy distinta a la nuestra, aunque sorprendentemente actual y universal en sus conflictos sociales y morales. Un punto más a favor de una película profundamente pacifista y espiritual, que refuerza la posición del director entre los grandes del séptimo arte.

T.o.: Il mestiere delle armi.Director y guionista: Ermanno Olmi.Interpretes: Hristo Jivkov, Sergio Grammatico, Dimitar Ratchkov, Desislava Tenekevjieva, Sandra Ceccarelli, Paolo Magagna. Drama Histórico. Lauren Films. 105 minutos.