A Leopoldo Marechal, mi compañero en dudas y aciertos, en los años de la infancia y la adolescencia, in memoriam
EN LA VIGILIA HASTA EL ALBA
Arbolado en el retorno de las huellas
en la sombra cazadora porque alumbra,
huí del mundo que adora las estrellas
sin vigilia con su noche en la penumbra.
Tan brillante surgió el alba por oscura
que en las aguas muy secretas de su fuente,
prisionero y desnudado en la aventura
yace el ser sobre la nieve tan ardiente.
Era un valle tan cerrado donde estaba
con paisajes en los aires emergidos
de las simas que este canto levantaba,
que en el alba vi mis ojos sumergidos.
Con la clara oscuridad me uní al alma
en la cárcel de mi noche tan madura,
que abundó en una lumbre con su calma
y cegó a los que vi sin sepultura.
Una abeja su aguijón entre mis labios
con amor desconocido bienmoría,
el amargo de la ciencia de los sabios
con la miel que así guste me definía.
Este poema se encuentra en el libro Cristo de las lanzas, Ediciones Colombo, 1980
Algunas obras del escritor:
La taza de chocolate, 1927
Las tres manos, 1934
Del Ángel, 1963
Noemáticas,1966