Mañana cuando la aurora derrame sus resplandores
y en el cáliz de las flores suspire el aura al pasar,
volveré con mis tristezas a pedirte que me ames
y que a tu estancia me llames para poderte mirar.

Tus ojos me dan la vida y me arrebatan el alma,
en ellos revela tu alma las ternuras de tu ser,
a través de los cristales cuando los empaña el llanto
se mira con dulce encanto tu corazón de mujer.

Tú sabes que yo te quiero, que por tí mucho he sufrido,
pero que jamás te olvido mientras vivamos los dos;
unamos los corazones en el almíbar de un beso,
que en los labios quede impreso sin más testigos que Dios.

Regresar alCancionero.