Sus ceibas gigantescas adornadas
con musgos de magníficos festones
que el río temblando besará paseando por avenidas
que forman retorcidos gallineros,
se escucha del requinto su rasgar,
vices lejanas entonas guabina santandereana.

Visitarás el Cerro de la Cruz, la Bella Isla y Pozo Azul,
y les llevarás mi rcuerdo.

Al paso por sus cales empedradas
se admiran sus iglesias coloniales
balcones de clásico español, portales que invitan al amor,
espíritus de nobles y escuderos.

Se oye el grito de la rebelión que a esa tierra estremeció,
grito de los comuneros, el fuego de Galán y Alcantuz
que en fiera llama se extendió hacia las tierras del sur.

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