A DIOS
Perlas son de tu mano las estrellas;
tu corona los soles, que el vacío
prendió tu mano, y de tu imperio pío
espada y cetro al par son las estrellas.
Por el éter y el mar ondas sin huellas;
y cuando el huracán suelta bravío,
sus mil voces de un polo al otro frío,
con tu voz inmortal sus labios sellas.
Doquiera estás; doquier llevan tu nombre
mares, desiertos, bosques y palacios,
cielos, abismos, el animal, el hombre;
aunque estreches la mente y los espacios,
te llevan ¡oh Señor!, sin contenerte,
te adoran ¡oh Señor!, sin conocerte.
Autor Anónimo