AÑO NUEVO

Señor de los cielos que mueves los mundos 
que todo lo abarcas en tu inmensidad; 
¿acaso podría mi labio infecundo 
cantar por los siglos tu eterna bondad?

¿Qué es en tu presencia, Dios omnipotente, 
el hombre, su gloria, su vano esplendor. 
si sus días pasan cual raudo torrente 
y desaparecen cual débil vapor?

¡Ah, sí!, yo comprendo que soy impotente, 
y que mi existencia cual sombra se va; 
por eso, contrito, inclino mi frente 
ante tu grandeza, Señor Jehová.

Otro año ya ostenta sus galas de rosa 
y altivo se acerca con paso veloz; 
haz, oh Señor mío, que tu faz gloriosa 
alumbre mi senda, que escuche tu voz.

Domingo C. Mansilla