CRISTO
Ser infinito que dejaste el cielo
con toda su dulzura y sus fulgores,
para habitar con tristes pecadores
en un mundo de sangres y de duelo.
Fuiste movido por inmenso anhelo,
y sin ponerle precio a los dolores,
llevaste las espinas, y las flores
dejaste a tus amados de este suelo.
Así me diste vida permanente;
así me diste plena salvación.
Tú en mi vida serás la grata Fuente
de las aguas de Santificación.
Mi vida en ti miró con faz sonriente
el gran milagro de Justificación.
Enrique Sánchez