¿CUÁNTOS PANES TIENES?

¿Que cuántos panes tengo,
preguntas, Señor mío,
con inefable acento?
Me invade al escucharte un gran contento
porque, aunque tengo poco, tú me estimas,
y al conjuro de tu voz yo me extasío...
Heme aquí, mi Señor, nada tengo:
todas mis posesiones,
mi tiempo, mis sueños,
mi inteligencia febril, mis emociones,
los escasos talentos
con que me has dotado,
todos mis sentimientos
en tus divinos brazos he entregado...
Tu divino poder haga el milagro
multiplicando por ciento
esta ofrenda de amor y de confianza...
¡Cada pan en tu mano es un portento!
¡Cada día en tu poder, una esperanza!

Samuel J. Vélez Santiago