DE PROFUNDIS
De lo profundo de mi pecho clamo,
plañendo en las tinieblas mis gemidos.
Oye, Señor, no cierres tus oídos,
que con angustia y con pavor te llamo.
Ve el dolor, la vergüenza en que me inflamo,
no mis maldades; oye mis quejidos,
como avecicas nuevas que en sus nidos
hoy ya saben piar a tu reclamo.
Si a solas nuestras culpas atendieres,
¿quién podría aguardar que le asistieres?
Mas la efusión de tu piedad nos salva.
Y, así esperando en ti, mi pecho vela
como espero en la noche el centinela,
con miedo y con afán, que rompo el alba.
RICARDO LEÓN