EL ALTAR DE LA FAMILIA

Erigid en el seno del hogar, la dulzura 
de un altar de familia, cuya luz bienhechora 
acaricie las almas y, eternamente pura, 
sea estrella en la noche y cántico en la aurora.

Sembrad en cada amado la Palabra Divina; 
y la oración que es fuego, el corazón alumbre 
¿quién podrá derribarlo? La tempestad se inclina 
ante Dios, como el valle se inclina ante la cumbre.

En la memoria, urna sensible y misteriosa, 
quedará la Palabra como antorcha encendida, 
y al contacto sublime de la oración piadosa 
no perderán los hijos la senda de la vida.

¡Oh, padres!, levantemos ese altar permanente 
en el hogar querido, donde la paz se encierra, 
y encorvado ante el ara humillada la frente 
el hogar será templo de Dios sobre la tierra.

Claudio Gutiérrez Marín