EL PERRO Y YO

Tengo un perro feúcho, pequeño,
que vino a mi casa.
fugitivo, medroso, temblando
y llevaba arrastrando una soga muy larga.

Unos fieros muchachos del pueblo 
le llevaban crueles a rastras 
y él aullaba tan mísero y triste 
que a mí me dio lástima, y le di de comer
y le puse un saco por cama, 
él quedose contento conmigo 
de ml lado jamás se separa 
si voy a la calle me sigue, 
si me siento, se sienta a mis plantas, 
si le hablo, si le hago caricias 
extasiado me mira a la cara 
y si alguien sé acerca dé pronto 
le gruñe y le ladra,

Por un techo, un rincón y un mendrugo 
que no vale nada
me he ganado un amigo sincero 
que nunca me engaña, 
que me sirve obediente y me busca 
que me sigue y me guarda.

¡Por favor tan pequeño y mezquino 
qué espléndida paga!

Yo Señor recibí de tus manos 
el cuerpo y el alma 
un palacio me diste en la tierra 
cual regla morada, 
y una gloria sin fin en los cielos 
contemplando su gloria increada.

Pecador y caído me viste
perdido y sin patria
y bajaste del cielo a salvarme
y tomaste mi carga pesada
y sufriste por mí acerba muerte
y afrentas y llagas.

!Ay de mí! Cuando pienso estas cosas 
y mi perro se tiende a mis plantas 
confusión y me dan sus miradas
y me veo tan, ruin, tan Ingrato
que mis ojos se llenan de lágrimas.

¿De que es este pecho?
¿Es un risco de alguna montaña
que ni amores lo mueven,
ni favores tan grandes le ablandan?

¡Padre mío! De aquella corona de espinas
que tu frente divina rasgaba
haz que caiga una gota de sangre
purísima y cálida,
y este ruin corazón, este hielo
derretido, consúmase en llamas
no me dejes Señor, no permitas
que tu hijo caiga,
tan abyecto, tan ruin y tan bajo
que nacido en regiones tan altas
se abochorne y confunda
ante el perro que duerme a mis plantas.

AMADO NERVO.