EL PUENTE

Solo, y transida de dolor el alma mía
a Dios alcé la faz;
y en su trono lo vi de luz vestido,
vertiendo amor y paz.

¡Ay!, exclamé: para llegar tan lejos
quizá tenga valor:
mas, ¿dónde el puente está, que abra el camino
al triste pecador?

En esto de una lágrima en el fondo
leve sombra miré
que apoyaba en las nubes la cabeza,
y en el abismo el pie.

"Yo soy el puente", murmuró a mi oído,
"que niega la razón;
si allí quieres llegar, ven a mis brazos,
me llamo la oración".

Manuel Del Palacio