EN ALTA NOCHE
Señor, Señor: los mares de la idea
tienen también sus rudas tempestades.
Mi espíritu en la sombra titubea
como Pedro en el mar de Tiberiades.
Hierven las aguas en que yo navego.
Mi pobre esquife a perecer avanza
Tú que la luz le devolviste al ciego
devuélvela a mi fe y a mi esperanza.
Surge, surge Jesús, porque la vida
ágil se escapa de mis brazos flojos
y el alma sin calor, desfallecida,
muy lentamente cierra ya los ojos.
Aparece en la inmensa noche oscura.
Las conciencias te llaman... Están solas,
y pasa con tus blancas vestiduras
serenando el tumulto de las olas.
Manuel Gutiérrez Nájera