JESÚS

¡Qué hambre de ti! ¡Qué hambre enamorada! 
¡Qué sed de ti! ¡Qué sed enceguecida! 
¡Qué ansiedad de beber vida en tu vida! 
¡Qué pan de harina pura tu mirada!

¡Qué banquete tu mesa regalada! 
¡Qué fuente tu dulzura sin medida! 
¡Qué néctar amoroso el de tu herida! 
¡Qué frutal en sazón tu voz amada!

¡Qué llovida ternura entre las manos! 
¡Qué maduro trigal bajo tu planta! 
¡Qué cerca en ti los cielos más lejanos!

¡Qué síntesis de Dios tu muerte viva! 
¡Qué voz de eternidad la que te canta! 
¡Qué libertad en tu prisión cautiva!

Tilde Pérez Pieroni