JESÚS DE NAZARET
Era un rayo de luz reluciente y florido
que disipó del mundo la densa oscuridad.
Su corazón inmenso fue pájaro y fue nido...
Tuvo una aureola blanca de mística piedad.
Donde pisó su planta, florecieron trigales;
donde posó sus ojos, se deshizo el dolor.
La lepra era en sus manos corno blancos rosales
y el mal se hizo a su paso dulce llanto de amor.
Luis Hernández Aquino