¡MADRE!
¡Oh, madre!, si pudiera temblar como el murmullo,
gemir como las fuentes, cantar como el arrullo,
vibrar como los pétalos de prodigiosa flor,
rimar a maravilla la luz y los acentos
para decirte todos los puros sentimientos
que nacen bajo el sacro conjuro de tu amor.
El Dios de los espacios que en su triunfal carrera
palpitar hace miles de vívidas esferas,
también quiso la santa caricia maternal...
Y es nada que te ofrezcan como brillantes gemas,
cantares prodigiosos, lumínicos poemas,
porque eres MADRE el símbolo de todo lo inmortal.
J.B.C.