MAESTRO

Maestro:
Son pupilas de niño las que te están mirando, 
pupilas candorosas de rara transparencia; 
son pupilas de niño que se van asomando 
a la hondura de tu alma mientras vas enseñando.

Maestro:
El alma de tus niños es fuente de cristales, 
no viertas agua turbia que empañe su limpieza. 
Asómate un poquito, verás cuánta belleza, 
descubrirás la magia de su delicadeza.

Maestro:
No olvides que tus niños se beben una a una 
las palabras que dejas escapar de tus labios; 
hazlas tan delicadas, hazlas tan luminosas 
que no haya amargada por el odio ninguna.

Maestro:
Van detrás de tus pasos las caritas sonrientes. 
No lo olvides, maestro: van siguiendo tus huellas; 
no deje tu pisada señal de barro en ella
a fin de que tus niños la encuentren siempre bella...

Francisco E. Estrello