MANTÉN TU FUEGO ARDIENDO

La senda se va haciendo impenetrable,
es un velo de sombras el camino;
a tientas va el viajero persiguiendo
la ilusión que se fue y que ya no vino.
¡Mantén tu fuego ardiendo!

La noche se echa ya por las veredas, 
el silencio se tiende en los caminos, 
y hay todavía esperanzas rezagadas 
que en carrera agitada van volviendo... 
¡Mantén tu fuego ardiendo!

Hay tempestad arriba... Ni una estrella... 
Los senderos están resbaladizos; 
no se distingue nada, ni una huella, 
y un viajero perdido va cayendo... 
¡Mantén tu fuego ardiendo!

Mira cómo el ideal padece frío, 
la vida se ha enfermado de tinieblas; 
y ese mal de las sombras va envolviendo
todo lo que es más bello, hermano mío... 
¡Mantén tu fuego ardiendo!

No te asuste la noche, la mañana 
vestirá luminosa su alegría; 
pero en tanto la luz va esclareciendo, 
¡mantén tu fuego ardiendo!

Mantén tu fuego ardiendo... 
Defiéndelo del viento, ¡te lo apaga! 
Cúbrelo de la lluvia, ¡te lo ahoga! 
Y mientras cuesta arriba vas subiendo 
o cuesta abajo ya vas descendiendo, 
¡mantén, siempre mantén tu fuego ardiendo!

Francisco E. Estrello: