MEDITACIÓN DE AÑO NUEVO

La vida es semejante a una montaña 
de amplísimas laderas, 
cuya cima se oculta tras la vasta 
región de las estrellas.

La cumbre está muy alta, 
y la fuerza del hombre es tan pequeña. 
La jornada es diaria
y ha de andar cada cual por sí su senda. 
Son por eso, tan pocos los que alcanzan 
la cima donde está la vida eterna.

Unos porque se cansan 
y gustan de dormir sobre la tierra, 
otros porque se afanan 
en mirar hacia atrás y atrás se quedan, 
otros, en fin, porque la fe les falta, 
caminan y tropiezan.

Feliz, quien, imitando de las águilas 
el vuelo portentoso, más se alegra 
de mirar a la tierra a la distancia 
cuanto más de los cielos está cerca. 
La fe, la voluntad y la esperanza, 
son las tres hadas buenas 
que nos han de guiar por la montaña 
de la vida terrena...

Claudio Gutiérrez Marín