MEDITACIÓN PARA EL AÑO NUEVO

De mil modos el hombre presuntuoso 
se esfuerza en ser feliz a su manera, 
y anhela diligente y afanoso 
traer la dicha desde muy afuera.

Lleno de necedad, una quimera 
anhelante persigue, fatigoso, 
sin descanso en su mísera carrera 
y sin hallar el codiciado gozo.

No sabe que la dicha se halla dentro 
del corazón en donde Cristo habita, 
y que la vida es un feliz encuentro.

Es esto cuanto el alma necesita:
poseer a Jesús, él es el centro 
donde la llama del amor se agita.

Autor Anónimo