NATIVIDAD
Veloz para el tiempo, aunque nos parezca
con paso muy lento verle caminar,
y en esa carrera que raudo recorre,
los años y siglos su fin hallarán.
Así se suceden y vanse perdiendo,
en las lejanías de la eternidad,
los hombres que viven en gran opulencia,
como los que gimen en mísero afán.
Mas llega diciembre, con sus villancicos,
que nos rememoran el dulce cantar
que allá en la Judea llenó los espacios,
de Cristo anunciando la Natividad.
Las notas excelsas de paz y ventura,
las dulces promesas de amor celestial,
que son para el hombre salud y esperanza,
cuando las acepta con fe y voluntad.
Felices aquellos que esperan gozosos
la gloria del Padre poder disfrutar;
y en santa alegría sus pechos desbordan,
cuando conmemoran la Natividad.
Bebamos, bebamos el agua que fluye
del rico venero de amor celestial;
que son para vida sus claras corrientes,
del alma que anhela su sed mitigar.
José Fernández