NO HE DUDADO

¡Nunca he dudado! Mi alma está bruñida
en el crisol sagrado de la fe;
pues desde la mañana de mi vida
he aprendido a creer.

¡Nunca he dudado! Espléndido en mi alma
el árbol de la fe fructificó;
como en el valle la robusta palma
bajo un ardiente sol.

He sentido rugir los temporales
más de una vez violentos sobre mí,
pero, al dolor de mis dolientes males,
siempre a Dios me volví.

Siempre miré una estrella en lontananza,
un faro allá en la inmensidad del mar;
y a la plácida luz de la esperanza
me alcé cada vez más.

Monótono es el drama de los años,
libro sin arte, drama sin acción,
cuando en él de terribles desengaños
no hay ni rastro ni voz.

Pero aunque brame el mar y ruja el viento
yo sé que mi timón no fallará;
yo sé que mi agitado pensamiento
jamás se apagará.

Creo y eso me basta. . . Si los montes
cambiar puede el fuego de la fe,
¿cómo de esos brillantes horizontes
puedo el rumbo perder?

¡Oh!, no... ¡Cargad las velas, marineros;
hombres de corazón, alzad la voz!
¡O muertos o triunfadores, de los primeros
a vuestro lado estoy!

Carlos Waiker Martínez