ORACIÓN

Yo sufro por las turbas oscuras y dormidas 
que ignoran tu presencia, Señor, sobre la tierra. 
Por las gentes que pasan por diversos caminos 
sin haber visto nunca de tus pasos las huellas.

¡ Ha de ser tan amargo caminar por la vida 
con el alma cansada de las cosas inciertas, 
sin tener la esperanza y el divino consuelo 
de que escuches, piadoso, nuestras hondas tristezas!

Tú que todo lo puedes, haz que encuentren, Dios mío
tu inefable presencia que conforta y alienta 
en los campos tranquilos, en las aguas que cantan, 
en las aves, los mares y las estrellas.

En las brisas que besan, en las opimas mieses, 
en los frutos fecundos de las pródigas huertas, 
en los lagos dormidos, en las cumbres nevadas, 
en las rosas de fuego y en los lirios de cera...

¡Sé clemente, Dios mío! ¡Míralos cómo sufren! 
¡Ten piedad de sus penas, de su llanto que quema! 
Acaricia sus frentes pensativas y mustias, 
taciturnas y tristes, con tus manos de seda.

Ana María Martínez-Sagi