OYE MI CANTO
Señor de los mansos, oh Pastor benigno,
por la amarga copa que apuraste un día
escucha mi canto, tu Espíritu sea
fuente de consuelo para el alma mía.
Yo vengo a tus plantas, pecador, perdido,
a darte cuerpo, espíritu y alma.
Mi falta me duele y el perdón te pido,
y paz a mi pecho que no tiene calma.
Escucha mi canto, consuelo del triste,
mi existencia entera quede a ti rendida;
dirige mis pasos, tú que un día dijiste:
"Yo soy el camino, la verdad y la vida".
Permite que sea tu Libro Sagrado
como luz que alumbre toda mi conciencia,
reconozca entonces todos mis pecados
y humille mi rostro a tu omnipotencia.
José Boix Olivieri