PASÓ SEMBRANDO ROSAS
Pasó sembrando rosas y cosechando espinas,
ungió con sus piadosas,
turgentes y divinas manos, el tenebral
Empurpuró su frente con su sangre preciosa
y se inmoló, paciente, por hacer más gloriosa
la cima de su ideal.
Los hombres lo miraron
indiferentemente,
tan solo le otorgaron
por su condescendiente
complejo de bondad,
un madero infamante
y una orla de inquinas,
en cambio, Él, suplicante,
se fue por las brumosas
barrancas de las simas...
Siguió sembrando rosas,
y cosechando espinas...
Moisés espino del castillo