PORTAL DE BELÉN
Abre el portal de Belén,
que mi alma peregrina
viene a contemplar de nuevo
del niño, su faz divina.
Vengo de un mundo lejano,
muy lejos de este portal...
De un mundo sin paz alguna
y de un destino fatal.
Traigo el alma malherida.
Lastimado el corazón...
He recorrido un sendero
de odios y de dolor.
¡Abran las puertas, pastores!
Busco un refugio de amor...
Busco la luz de esa estrella
que anunció a mi Redentor.
Quiero estar con los corderos,
recostarme en el pajar,
y dormirme a los arrullos
del cántico angelical.
Y soñar entre las pajas
del olvidado portal,
un sueño que ante esta cuna
sólo se puede soñar.
Soñar que en todos los hombres
renace al fin la bondad.
Que en todos los corazones
el odio se ha muerto ya.
Que no se matan los hombres
en trincheras de rencor.
Que se abrazan como hermanos
bajo el palio del amor.
Soñar que hay paz e a tierra
al llegar la Navidad,
y que reina entre los hombres,
sí, la buena voluntad.
Que miran a las alturas
para dar la gloria a Dios,
y al cielo elevan sus preces
con santa y humilde voz.
Que el viajero sideral
que explora ya las estrellas
descubre del Creador
allí las divinas huellas.
Y al despertar de mi sueño,
en el lejano portal,
quiero a los pies de la cuna
y en el pesebre dejar
con la ofrenda de mi alma
también mi sueño ideal.
Por RAÚL VILLANUEVA