SATISFACCIÓN

¿Qué vida hay de más dulzor,
ni suerte más regalada,
que estarse el alma asentada
a los pies del Salvador,

su hermosura contemplando,
y recibiendo los dones
que él está siempre a montones
a sus amadores dando?

¿Qué majestades y joganzas
de reyes hay que igualarse
puedan con siempre ocuparse
en divinas alabanzas?

Damián de Vegas