SE PUEDE SER FELIZ

Al ver la luz de un nuevo día que despejo las tinieblas y llama al trabajo.
Al sentirse descansado, sano y fuerte, con renovados ánimos para proseguir la lucha de la 
vida diaria.
Al dirigir una sonrisa al niño que se despierta, y que la devuelve con un candor que 
vivifica.
Al crear algo nuevo con nuestras manos o con nuestra inteligencia, por sencillo que sea.
Al contemplar el infinito cielo azul, el brillante verdor del follaje de un árbol o el 
delicado matiz de una flor.
Al recibir el cariñoso saludo de un amigo, o noticias de un ser querido muy distante.
Al ayudar a un anciano a cruzar una calle, o al cargar un bulto para aliviar a un fatigado 
viajero.
Al practicar los buenos hábitos que conservarán lo salud.
Al escuchar con simpatía a alguien que está desalentado y necesita nuestro apoyo.
Al saber que la miseria que existe sobre la tierra es un estado transitorio, consecuencia 
del pecado, que ha de acabar pronto.
Al ofrecer al que sufre el consuelo que el cielo deparo al que se apresta a recibirlo.
Al recibir el perdón por una falta cometido.
Al agradecer los favores recibidos.
Al mirar el porvenir con optimismo.
Al dar de lo nuestro a los que tienen menos que nosotros.
Al regocijarse en el éxito de los demás.
Al trabajar en pro de la orientación de la juventud.
Al promover la armonía y la comprensión entre los esposos.
Al olvidarnos de nosotros mismos en pro de los demás.
Al descubrir una verdad.
Al poseer una limpia conciencia.
Al afrontar el dolor, si lo aceptamos como uno invitación a pulir nuestro carácter.
Al dedicar diariamente una porción de nuestro tiempo a la devoción personal.
Al saber que Dios nos ama a pesar de nuestras imperfecciones.
Se puede ser feliz, en fin, con las pequeñas grandes cosas que constituyen la vida, por 
medio de una correcta actitud mental, una fe inquebrantable en Dios y la tranquilidad que 
produce una vida en armonía con el plan del Creador.

ANA G. DE HEIN