VEN SEÑOR

No te alejes, Señor, te lo suplico,
no me dejes a solas con mi pena,
si te marchas, tu adiós será un suplicio
para mi alma que dama por ser buena.

Te estoy diciendo ven, de muy adentro,
te busco desde el fondo de mi alma,
te estoy diciendo ven, para que llegues
y por siempre te quedes en mi calma.

Cuando te alejas siento la inquietud
que siente un navegante en la tormenta.
Sin vislumbrar el faro que eres tú,
se hunde, Señor, mi barca, dame luz.

Por eso en esta noche no me canso
de invitarte a cenar junto a mi mesa.
Ven, mi Señor, y no dilates tanto,
toma esta vida. . . mi gloria será inmensa.

Niza M. de Watts