Dos textos sobre el Padre
Brown:
El
esquema de la novela policiaca puede concretarse de maneras muy diversas:
Chesterton y Graham Greene -dos ingleses, dos católicos- lo elevan a
metafísica, a símbolo de la condición humana, que intenta sin cesar resolver
su enigma. El
género policiaco tiene un carácter cerebral, casi de resolución de un
crucigrama, y el intelectual Chesterton -como Borges o Bioy Casares- prueba que
se puede hacer buena literatura dentro del género. El
Padre Brown es un sacerdote bajo, miope, de cara redonda y aspecto normal, capaz
de resolver los más intrincados problemas policiacos con su observación, su
aparente ingenuidad, su lógica... Y su fe, que es la piedra angular de todo su
edificio.
En
los tres relatos que ofrece EL MUNDO se enfrenta a «un problema
extraordinario» y, además de resolverlo, nos da una «moraleja». Utiliza su
ingenio para formular paradojas típicas del humor inglés: se opone a los
falsos místicos, a los falsos milagros. Mira a los monopolios capitalistas con
tan poca simpatía como a los bolcheviques. Su
«candor» -su sentido común- resuelve todos los enigmas. Pero lo que le
interesa es lo que está detrás: el misterio del hombre, de todo hombre,
asesino o víctima. Alec
Guinness, que le puso cara en el cine (El Padre Brown, detective, de R.Hamer),
cuenta en sus Memorias que, mientras rodaba la película, en un pueblo francés,
un chico de ocho años le tomó por un sacerdote de verdad. Y reflexionó
«acerca de que una iglesia capaz de inspirar una confianza tal en un niño,
haciendo que sus curas, aunque sean desconocidos, sean tan abordables, no puede
ser tan intrigante y tenebrosa como se suele pensar». Un «milagro» más del
Padre Brown... Al final del segundo relato hace Chesterton un diagnóstico implacable de nuestro mundo: «Está ahogando todo nuestro viejo racionalismo y escepticismo... su nombre es superstición». Para él al no creer en Dios, «uno pierde el sentido común y no ve las cosas como son». Se compartan o no sus creencias, esa defensa del racionalismo y el escepticismo me parece absolutamente saludable. Y sus relatos una estupenda e inteligente diversión. ANDRES
AMOROS Prologo
a la «La incredulidad del Padre Brown» (91 págs), de G. K. Chesterton,editado
por EL MUNDO.
|
“ Hay dos cosas que aún no me han entregado: la bibliografía fascista y los cuentos de Chesterton. Tengo ganas de leer lo segundo por dos razones: el primer lugar porque estoy seguro que serán tan interesantes como la serie anterior y en segundo lugar porque intentaré imaginar la impresión que te producirán. Lo segundo resultará, sin duda, lo más agradable. Tengo un recuerdo muy nítido de tu reacción a la primera serie. Estabas completamente abierto a lo que estabas leyendo y no notaste los elementos culturales residuales. Ni siquiera fuiste consciente de que Chesterton había escrito una caricatura muy sutil de los cuentos de detectives en vez de auténticos cuentos de detectives. El padre Brown es un católico que se burla de los hábitos mentales mecanicistas del protestantismo. El libro es fundamentalmente una defensa de la Iglesia católica frente a la iglesia anglicana. Sherlock Holmes es el detective protestante que desata el complejo nudo del crimen trabajando desde fuera , utilizando métodos científicos y experimentales basados en la inducción. El padre Brown es un sacerdote católico que utiliza la sutil experiencia psicológica que ha adquirido en el confesionario y el vigorosa cauisistica moral de la patristica; aunque no desprecia el metodo cientifico y la experimentación se apoya fundamentalmente en la deducción y la introspección. De esta forma, supera ampliamente a Sherlock Holmes que, a su lado, parece un colegial sabiondo con una visión de la vida bastante limitada. Lo que es más, Chesterton era un gran artista mientras que Conan Doyle era un escritor de segunda fila por mucho que le diesen un título de nobleza en base a sus supuestos meritos como literato. En Chesterton, la divergencia entre la materia narrativa, la historia de detectives, y la forma resulta en una sutil ironía que hace que los cuentos resulten más divertidos”
ANTONIO GRAMSCI Correspondencia
|