Solicito una mujer...
Que sea joven, discreta, no
muy alta, ni muy bonita, de todo regular, ¡no
soy poeta!.
Que se vista como una dama,
recatado el escote, falda honesta y que luzca
altivez de soberana.
Que sepa descoser el alma
mía, volverla de revés, quitarle manchas y
devolverme toda mi alegría.
Que me perdone todas mis
tonterías, que no acostumbre reuniones de la
alta sociedad y quiera estudiar toda la vida. Que
me ame mientras persigo mis sueños, aveces
retrasados por ilusiones.
Que me ame en la sombra de
mis indecisiones, mientras trato de adquirir
sabiduría.
Que sepa cocinar y hacer
milagros con lo poco que gano, pensando en verso
y trabajando en prosa.
Y, por sobre todo que me
tenga, cuando me mire derrotado y triste, un amor
parecido al de mi madre.
¿Recompensa... ? Mi
corazón, mi fe, mis altiveces. ¡¡Mi vida
entera!!, Todo!!!, ¡A plazos o al contado!
¡Como quiera!.........
(Enviado por Emmanuel
Hernández S.)