La
compañía Telefónica (o Telefonica, según escriben
ellos, habiendo suprimido la anticuada tilde) ha
tenido a bien enviarme un folleto en el que me
informa, no sin entusiasmo, de las ventajas de un
denominado "Plan Hello". Eso me ha
recordado qu hará un año esta misma compañía lanzó
otro plan o campaña de cuyo contenido yo no llegué
a enterarme, aunque sí me quedó el título. se
llamaba "Friends&Family", pero sus
destinatarios, contra lo que uno pudiera imaginar, no
eran los visitantes anglosajones deseosos de
comunicarse con sus seres queridos desde un país
extranjero, sino el público español, dade que el
resto de la información estaba redactado en nuestro
en nuestro idioma.
Por
la misma época otra empresa de servicios telefónicos
(no sé si debería poner telefonicos) lanzó una
oferta al parecer sumamente innovadora anunciada con
otro reclamo triunfal: "One Touch Easy". La
verosimilitud gramatical de la expresión es más
bien dudosa, pero su anglofilia resulta casi
enternecedora. Estoy llegando a la conclusión de que
lo que distingue a las compañías telefónicas españolas
es una pasión desmedida por la lengua inglesa. En
eso se distinguen de las compañías americanas, que
en muchas zonas de Estados Unidos procuran anunciarse
en españo. En Nueva York, las tarjetas telefónicas
que se venden en cualquier tienda de alimentación o
de periódicos están redactadas en inglés y en español,
y cuando uno llama para establecer su conexión puede
seguir las instrucciones melodiosamente dictadas en
nuestra lengua. Es un misterio. O un mytery, como tal
vez escribiría uno de esos ejecutivos telefónicos o
publicitarios españoles que debieron criarse en la
anglofilia palurda de los años sesenta, cuando el
colmo de la sofisticación y la modernidad era poner
letreros terminados en un genitivo sajón. En mi
ciudad natal, tan refractaria a otras innovaciones,
la primera discoteca que se abrió a finales de los años
sesenta se llamó audazmente Loma's, por la loma
donde la ciudad se levanta y a la que da su nombre.
Era para nosotros un antro tentador de perdición del
que fluía hacia la calle un latido de percusiones y
de bajos eléctricos y un hilo de luz roja. No me
refiero sólo a reliquias pueblerinas: hasta hace muy
poco hubo en mi barrio de Madrid un local de los
llamados de ambiente que ostantaba el nombre,
glorioso de tan inverosímil, de Very Very Boy's. No
logramos aprender inglés, pero al menos estamos
logrando olvidar el español, y casi inventar otro
idioma que no es ninguno de los dos, pero que a los
ya citados ejecutivos telefónicos y publicitarios
debe de parecerles de un refinamiento tremendo. La ex
Telefónica, ahora Telefonica, seguramente será la
empresa más poderosa en el ámbito de la lengua, la
que tiene una presencia mayor y más cotidiana en los
países hispanos de América. La inmensa mayoría de
sus clientes hablan por teléfono en español, pero
la Telefónica o Telefonica se empeña en difundir
entre ellos un extraño idioma en el que las cosas se
llaman teleline o moviline y en el que de pronto
surgen expresiones tan enigmáticas como ésta:
MoviStar Pack Activa. ¿A qué gramática de qué
lengua obedece esa secuencia de palabras ensartadas
por algún visionario del marketing? ¿Con qué
concuerda, por ejemplo, la palabra activa? Por
comparación, aquel reclamo tan célebre que ofrecía
un kit manos libres resulta casi poético.
Lo
que irrita no es que entren en la lengua palabras
extranjeras, sino que lo hagan traídas por la
pedantería de unos cuantos ignorantes que tienen la
capacidad de amplificar aterradoramente el efecto de
su tontería. Si en un anuncio se ofrece un paquete
de algo queda como una vulgaridad: si lo que
compramos es un pack estamos adquiriendo un producto
más avanzado y valioso; incluso la comida de los
perros casi se convierte en un manjar si se llama
Friskies digestion plus.
La
lengua es la única industria sólida que tenemos,
pero también los editores de libros se van sumando a
la audaz innovación lingüística de los
publicitarios y los vendedores de teléfonos. Una
serie de libros de viajes publicada en España y para
lectores españoles se llama City Pack. La colección
de bolsillo de la editorial Planeta lleva el castizo
título de Booket. Y hoy mismo, mientras hojeaba el
periódico, he visto el anuncio a toda página de un
libro de la editorial Espasa-Calpe, que tiene en su
catálogo monumentos de la cultura en lengua española
como la colección Austral o el diccionario de la
Academia. Para animar a la lectura, Espasa Calpe a
encontrado una frase admirable: Just read it.
Sólo
se me ocurre una palabra para felicitar a todos estos
benefactores de la lengua española: Congratulations.
(Enviado
por José Damián)