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No tengo perro ni me apasionan particularmente. Mes interesa mucho el retrato y quiero hablar del deseo.

La idea de este trabajo viene de una búsqueda para entender una fobia. Un día supe que no era a los perros a quienes tenía miedo, sino a ciertas emociones o sentimientos que yo depositaba sobre el objeto perro. Entonces me propuse intentar transmitir con imágenes todo aquello tan intenso y desconcertante, acercándome así, con la excusa de la fotografía, a algo que me aterrorizaba.

La mirada inquietante de estos retratos, viene de la tensión que se crea entre el deseo del perro por un objeto y la imposición de su dueño para aplacarlo. El perro es un ser deseante. Lo que a mi me interesaba era capturar esa mirada, mostrar la fuerza, la intensidad, el poder del deseo.

Eso fue lo que me asustó siempre, ver toda esa energía y temer que en cualquier momento se precipitara y se me echase encima. Quizás era lo que deseaba, y al no poder soportarlo lo negativicé, convirtiéndolo en fobia. O tal vez me asustaba verme reconocida en el espejo perro, ver en ellos mi parte animal y primitiva: yo quiero, yo deseo intensamente, yo necesito.

Dicen que los ojos son el espejo del alma ¿De que alma? ¿Del que es fotografiado? ¿Del fotógrafo que mira? ¿Del espectador que ve la foto?

Como resultado de este trabajo surge un curioso juego de miradas donde cada uno hace de espejo del otro, de nuevo, una reflexión sobre la imposibilidad de objetividad. Cada uno ve en función de su libreto.


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