En su instalación "El Retorno del Olvido", el fotógrafo peruano Roberto Huarcaya efectúa la recuperación de estructuras simbólicas, en las que las fabricaciones de la mente, siguiendo particulares procesos que involucran crucialmente a la imaginación, adquieren consistencia material.

Huarcaya las potencia como reflejos espectaculares del individuo, en virtud de una amplificación que puede ser sobrecogedora. La fotografía perece permitírselo, tanto por la nitidez del registro visual que hizo que tempranamente se la mitificara como el espejo con la memoria como por la posibilidad de inventar una corporeidad transfigurada.

El reflejo que Roberto Huarcaya propone es un entretejido de rastros de discursos o visiones de lo humano, en el que se transparentan los hilos de un universo cultural entrelazados a la trama psicobiológica de instintos y pulsiones.

La escalera en espiral es el eje que sustenta lo simbólico, organizándolo funcionalmente y abriéndolo a una respuesta participatoria del observador. No es sólo una estructura material sino que se insinúa en el pensamiento como hito de un imaginario y opera una superposición de aspiraciones humanas y de escalas que enmarcan la vida: el ascenso de una montaña, lugar sagrado donde tierra y cielo se encuentran, apertura al macrocosmos; los proyectos de una arquitectura utópica revolucionaria, metáfora espacial y temporal del cambio, que culminó en el materialismo-maquínico de Vladimir Tatlin; y en el microcosmos, la espiral como estructura molecular del ácido desoxirribonucleico (ADN), material de la herencia biológica, que codifica la información y encapsula la memoria evolutiva de casi todo lo que vive sobre la Tierra.

La forma estructural confiere a "El Retorno del Olvido" un carácter particular como instalación, que la ubica entre el emblema y la alegoría. La obra establece visualmente un territorio que puede ser identificado con aquel que pensamos como propio de la memoria de la especie humana. Es en su monumentalidad que adquieren presencia, además, las diversas resonancias de una ficción de la síntesis del conocimiento.

Imágenes fotográficas envuelven la escalera y crean dos espacios, uno interior y otro exterior.
Nueve ojos sobre-dimensionados definen el exterior, posibles signos de la base sensorial de la memoria, pero también, de la atención analítica o de una autoridad vigilante.
La estructura determina la lectura del interior. Propone una secuencia de imágenes, desde dos posibles perspectivas, con dos principios y dos finales. Con la primera imagen se penetra en un campo poderosamente ambivalente: el final está contenido en el principio.

Un extremo de la experiencia conmina a transgredir los canales habituales de pensamiento. Surgen posibles narrativas a partir de Imágenes que individualmente, desde su encuadre, establecen la medida de una discontinuidad. Es así que la experiencia psicoanalítica se suma como otro eje de la obra. El recorrido entre el pasado y el presente es un transcurso en el que la relación entre los estados intermedios no basta con ser descubierta sino que debe ser construida.

Roberto Huarcaya estudia el potencial de una forma como metáfora de la existencia. "El Retorno del Olvido" se insinúa como operación de deconstrucción de una ficción autobiográfica en las profundidades de la psique. El fotógrafo persigue su autorrepresentación en imágenes que se autodefinen pero que construyen, a su vez, la ilusión de presencia de una mirada-registro. Es una operación abierta, sin conclusión. Erigida en este escenario, sin embargo, la mirada-registro afirma una continuidad evolutiva, cultural y psicobiológica, de la que nace la ficción de la integridad de la persona.

Jorge Villacorta

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