POETAS DEL URUGUAY

GENEROSO MEDINA LUZARDO  (1922-1974)

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BIOGRAFIAS PARA NIÑOS DE CELEBRIDADES NACIONALES Y EXTRANJERAS

Publicadas en:

Vidas amirables :  biografías, semblanzas / Generoso Medina y otros. -- Montevideo: Consejo Nacional de Enseñanaza Primaria y Normal, 1968. -- (Publicaciones escolares y obras didácticas: v. 4)

 

JUAN MANUEL BLANES

 

  Así como Juan Zorrilla de San Martín es, en esencia, el poeta de la Patria, llama en el verso, pregón de la epopeya, Juan Manuel Blanes es la presencia de nuestra tierra, revelada por el milagro colorista de la pintura, arco iris que se transforma en la figura legendaria del gaucho, en la evocación de los mejores instantes de la gesta emancipadora o en el fiel documento de nuestro pasado social.

  Nace en Montevideo, el 8 de junio de 1830, probablemente en una casa de la calle Cerrito. Sus primeros años escolares junto a los maestros Pedro Vidal y Juan Cabal, revelan su apasionada lucha por la expresión artística, olvidando las obligaciones de clase para dibujar, sigilosamente, animales, flores, aves, que constituían los seres de su mundo mágico.

  Pronto la vida le plantea el problema de sostener su humilde hogar y se emplea en un comercio, hasta que ya joven, aprende el oficio de tipógrafo en la imprenta de "El Defensor de la Independencia Americana". Trabaja con dignidad y cultiva al mismo tiempo la técnica del dibujo y la pintura. Su espíritu hechizado por la suprema angustia del arte, procura nuevos caminos de perfección; y, cuando transcurría el mes de noviembre de 1861, llega a Europa con su familia, en uso de una pensión concedida por las Cámaras de nuestro país.

  Se enfrenta, pues; a un pasado artístico secular que lo deslumbra, ofreciéndole la experiencia pictórica de grandes maestros de todos los tiempos.

  Visita el Museo del Louvre; pero, su meta es Italia, y atravesando la eterna blancura de los Alpes, se radica en Florencia donde recibe la orientación del pintor Antonio Císeri, de notable prestigio.

  Rico el espíritu y perfeccionada la técnica mediante su admirable capacidad de trabajo y su conmovedora y ejemplar humildad, regresa a la patria. Pinta, entonces, numerosos retratos, admirándose entre ellos, La madre del pintor, "una verdadera joya que puede sostener un paralelo con los mejores retratos de Europa".

  Y se anuncia el año de la consagración apoteótica, definitiva. Como todo artista auténtico que recoge las voces del mundo para su propia creación, la vida y la muerte, el dolor y la alegría, Blanes, frente a la terrible epidemia que flagelaba a la Ciudad de Buenos Aires, pinta una tela inmortal: Un episodio de la fiebre amarilla en Buenos Aires (1871). Esta obra que fue adquirida por el gobierno del general Batlle y que hoy constituye patrimonio del Museo Nacional de Bellas Artes, "no fue conducida en andas por la población bonaerense, pero el pueblo entero, hombres, mujeres y niños, marchó en procesión a admirar la peregrina obra. Durante algunos días la población rodeó el cuadro como una marea hirviente y rumorosa".

  Sin embargo, faltaba la pintura que fuera el magnífico testimonio de nuestras páginas históricas. Y surgió la interpretación del Juramento de los Treinta y Tres. Blanes se documentó con devoción, viajando hasta el lugar de la gloriosa hazaña y el 2 de enero de 1878, después de año y medio de trabajo, entregó a la admiración pública aquella obra que inauguraba la patria en el color. Una interminable multitud sacudida por la tocante evocación del artista, desfiló emocionada ante la inmensa tela.

  Partió para Florencia en 1879 y envió numerosos cuadros de temas nativos, que le dieron el justo título de Pintor del Río de la Plata. Blanes hizo arte nacional y "pintó gauchos, lanceros, domadores, criollas y muchachos juntos o aislados, alguna vez con añadido de caballos, en una gama de melancolía profunda, armonizando con el alma melancólica de nuestros criollos, gente triste, por la tristeza irremediable de la vida, tristes en la poesía, tristes en el amor y tristes en la música".

  Regresó y viajó de nuevo apremiado por las vigilias de su creación y algunos dramas familiares que enturbiaron su plenitud: la muerte de su compañera y la desaparición de su hijo Nicanor en Europa.

  Con la salud quebrantada y doblegado por los pesares se instaló en Pisa, intentando concluir la tela Sarandí, pero esa era una empresa muy superior a sus fuerzas. Enfermó y después de nueve días de padecimientos, falleció el 15 de abril de 1901, a las cinco de la tarde.

  Sus restos fueron repatriados y nuestra tierra lo recibió en sus amorosas entrañas para convertirlo en "polvo enamorado" y entregarlo a la permanencia de la gloria.

  Pintor de numerosas realizaciones y múltiples temas, dejó a su Patria, entre otras valiosas obras, Artigas sobre el puente de la Ciudadela reproducida en el Nº 6 de "El Grillo", La Revista de 1855, La Samaritana, La carta, Los tres chiripaes, El mate, La Revista de Rancagua, La cautiva, Los últimos momentos del general José Miguel Carrera, etc.

  En la exposición de sus obras que se realizó en el Teatro Solís -año 1941-, pudimos corroborar la pureza y el vasto esfuerzo de este privilegiado artista, de quien, otro gran maestro uruguayo desaparecido, Joaquín Torres García, dijo: "Y él nos da esta lección: de que sea cual sea la escuela, si un pintor ha tenido pasión y respeto por su arte, su obra resiste el tiempo".

  Juan Manuel Blanes refleja esta afirmación, porque su vida y su obra fueron el espejo de la pasión creadora; y las criaturas de sus telas, el silencioso mensaje de nuestra tierra: heroísmo y dulzura en la inmensa guitarra de sus campos y en el cielo sonoro de sus ríos.

 

Generoso Medina

 

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