Por MARCOS ROMERO M.

Orgullo del expresidente Carlos Salinas, que convirtió este polvoriento lecho del antiguo Lago de Texcoco en lugar emblemático de su programa Solidaridad, con el que solía presumir en el extranjero como el modelo de combate a la pobreza en un país subdesarrollado, además de ser el lugar donde el Papa Juan Pablo II ofició una misa en 1993, durante su tercera visita a México, el Valle de Chalco volvió a adueñarse de los titulares de la prensa, sólo que ahora por haber sido invadido por un torrente de aguas fétidas, convirtiéndose en la más grande fosa séptica al aire libre de la nación.

Parapetada en el techo de su vivienda, haciendo alarde de equilibrismo, doña Meche no pierde el humor a pesar de llevar cinco días sin poder moverse de su casa, debido a la inundación del miércoles 31 de mayo del río de aguas negras La Compañía, que antiguamente era recipiente de los deshielos del Popocatépetl y hoy capta los grandes volúmenes del drenaje de la ciudad de México. “Pásele señito, que esto es Venecia”, exclama entre risas y resignación esta regordeta señora, haciendo de tripas corazón, a una reportera con chamarra de rafting que llega hasta el lugar a bordo de una lancha inflable, que parece todo menos a un vaporetto y donde tampoco se oyen las notas del acordeón ni se ven palacios renacentistas, como en la prodigiosa ciudad italiana.