LUIS ALBERTO GARCIA
En Mediano estudiante, empresario fracasado, con un discurso tan elemental como conservador, George W. Bush, candidato republicano a la presidencia de Estados Unidos, puede, a pesar de todos estos rasgos adversos, convertirse en el próximo inquilino de la Casa Blanca. Su éxito radica en encarnar la imagen del tipo común del corte de Homero Simpson con el que la mayoría de los estadounidenses se sentirían a gusto, ante una hamburguesa y una cerveza en una barbacoa de domingo.

Al principio de la igualdad de oportunidades para todos consagrado en la Declaración de Independencia estadounidense es, frecuentemente, violado en el sistema de justicia, pero hasta ahora, se ha cumplido puntualmente en el crucial momento de determinar quién llegará a convertirse en presidente de Estados Unidos. William Clinton, por ejemplo, es la prueba viviente de que la parábola del “sueño americano”, sobre el individuo que llega lejos a partir de orígenes humildes, puede hacerse realidad.