ESPERANZA MAZARIEGOS

Agobiado por un rosario de impuestos y pagos -que van desde la tenencia federal, la local, el ISAN, el seguro, los servicios de asistencia vial, que son optativos y las verificaciones semestrales-, el automovilista ve al Renave como una carga más a su atribulado presupuesto que amenaza con obligarlo a vender su auto y trasladarse por medio del ineficiente y a veces peligroso sistema de transporte público. ¿Sirve para algo el nuevo registro automovilístico, pensado para reducir el robo de vehículos? ¿De verdad frenará este fenómeno o sólo servirá para que los concesionarios se enriquezcan con la “gallina de los huevos de oro”?

El anuncio a toda página en uno de los diarios de mayor circulación se ve muy seductor. “Basta de esperar. Esta es su gran oportunidad. Chrysler Town and Country. Desde 319 mil 300 pesos de contado... O si lo prefiere adquiéralo en 24 mensualidades de 11 mil 785 pesos”, reza la publicidad. Por la mente del ansioso padre de familia atraviesa la imagen de su familia transportándose en ese atractivo vehículo hacia la playa y de repente una avalancha de números inunda su cerebro. Recuerda cuánto gana al mes y cuánto podría dedicar al pago mensual.