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Almas nihilistas
 

Por Marco Aurelio Carballo

El asunto del manejo de trenes hizo crisis cuando salimos de Florencia hacia Venecia, pese a las precauciones tomadas. Desde una hora antes estuvimos en la estación pero no hubo tren a Venecia a la hora prevista, diez y media de la mañana. Tomaríamos el de las doce y pico directo a Venecia, pero sin que pudiéramos reservar asientos, es decir, iba a ser un albur. Tampoco estábamos en condiciones de salir a otra hora porque era Semana Santa. Establecimos una estrategia para librar la batalla, pero los resultados fueron desastrosos. Petunia y Bruno debían descubrir de prisa en qué parte del convoy estaban los vagones de primera clase. Una vez cumplida esa tarea, ella subiría a buscar los asientos no reservados y vacíos en las cabinas mientras Bruno (10) aguardaría en el andén a que llegáramos Mario (8) y yo con el maletón y la maleta de ruedas.

   
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www.gentesur.com
Núm. 60 / Octubre 2000
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