31 DE AGOSTO, DIA DEL HINCHA DE VELEZ
EJEMPLO DE FIDELIDAD

El 31 de agosto de 2003 la hinchada de Vélez Sarsfield
vivió  una jornada inolvidable. El equipo estaba
hundido en medio de una serie negra. Cargaba ocho
derrotas consecutivas en sus espaldas, estaba último
en las posiciones sin unidades y le tocaba recibir a
Racing Club de Avellaneda en el Amalfitani por la
quinta fecha del torneo Apertura.

Todo parecía indicar que se venía la novena caída. La
Academia exhibía un mejor potencial futbolístico y
Vélez no daba señales de vida.

A pesar del mal momento una multitud acompañó al
equipo para alentarlo  esgrimiendo la esperanza de que
esa tarde de domingo comenzara la ansiada
recuperación.

Vélez arrancó bastante bien, pero los jugadores
estaban muy golpeados anímicamente. El jueves anterior
habían quedado eliminados en la Copa Sudamericana al
perder por goleada ante Colón de Santa Fe en Liniers.

Por eso no extrañó que sobre el final del primer
tiempo afloraran nuevamente las dudas y la sensación
de vulnerabilidad. Y Racing supo sacar provecho de esa
situación.

En un cuarto de hora a toda orquesta la Academia se
puso 3 a 0 arriba y parecía que el partido estaba
liquidado. Al término del primer tiempo los jugadores
velezanos se iban rumbo al descanso sin encontrar una
explicación  para semejante calvario. Otra derrota
humillante. Otra goleada.

Sin embargo, desde la tribuna local no caía ningún
grito amenazante. La gente no sólo soportó
estoicamente el mal trago, sino que siguió alentando
al equipo como si nada hubiera pasado. Los pocos que
quisieron hacerse oir con insultos enseguida quedaron
aislados y en toda la tribuna popular a lo largo del
entretiempo se impuso un clima de fervoroso aliento
con los hinchas cantando y agitando banderas, buzos y
remeras. El  mensaje era muy claro. Vélez es demasiado
grande para derrumbarse en medio de una mala racha,
por más aciaga que esta sea, y aunque sea doloroso ver
que a tu equipo le están rompiendo el alma en la
cancha.

Cuando los jugadores salieron para jugar el segundo
tiempo el aliento se hizo todavia más intenso. Los
muchachos, entonados por la reacción del público, no
se dejaron amedrentar por el resultado adverso,
sacaron pecho y se juramentaron para matarse en cada
pelota y defender la camiseta como leones. Los de
Racing miraban sorprendidos. Dos goles del Roly Zárate
pusieron a Vélez a tiro de la hazaña y cuando se
jugaba el último minuto del partido sucedió lo
increíble.

Tiro libre en el campo de Vélez  cerca del círculo
central. El arquero Peratta, al mejor estilo
Chilavert, arengó a sus compañeros para que fueran
arriba y asumió la responsabilidad de la ejecución.
Entonces metió un remate largo de zurda y la pelota
viajó en comba  hacia la derecha transportando toda la
ilusiòn de la hinchada fortinera, hasta que rebotó en
un zaguero de Racing y cayó en el medio del área,
justa para que el bicho Flotta la empujara al gol con
un toque corto.

El estallido estruendoso de la tribuna todavía está
grabado en la memoria de todos los hinchas que
estuvieron esa tarde en la cancha. Los revolcones de
los jugadores festejando con una algarabía
interminable y agradeciendo el apoyo de la hinchada
también.

No fue un momento cualquiera. Fue el desahogo esperado
por todos  después de tanta malaria. No fue un partido
más. Fue una tarde de guapeza y coraje en la cancha y
en la tribuna.

El 31 de agosto es un día muy importante en la
historia de Vélez. Marca la fecha de su consagración
como campeón de América en el estadio Morumbí de San
Pablo en 1994.

Pero es muy fácil atarse al recuerdo de los momentos
de gloria deportiva. Si fuera por eso a Vélez le
sobran fechas para festejar. El 1 de diciembre, cuando
salió campeón del mundo, o cualquiera de las fechas
que rememoran algunos de los muchos títulos que
conquistó.

Sin embargo, la lealtad de una hinchada  no se mide
por su nivel de respaldo en las jornadas almibaradas
de la victoria. En los días de euforia no cuesta mucho
vestir de fiesta una tribuna. La verdadera identidad
de una hinchada aflora cuando  las cosas pintan mal y
el dolor de  la derrota golpea a tu puerta todas las
semanas.

Por eso  es que cobra tanto valor la respuesta
tribunera  en ese histórico  partido con
Blanquiceleste la tarde del 31 de agosto de 2003, cuyo
significado va mucho más allá de lo eminentemente
futbolístico.

Ese día no se jugó un partido decisivo. Sólo se
consiguió un empate heroico y no hubo vuelta olímpica,
como otras veces.

Pero ese día los  hinchas de Vélez fueron
protagonistas de una maravillosa demostración de
lealtad con su camiseta.

En medio de la peor racha deportiva del club en toda
su historia no hubo banderas negras  ni gente que se
iba a su casa antes de que terminara el partido.
Tampoco hubo fanáticos enloquecidos que querían
golpear a los jugadores. Hubo un aliento
inclaudicable, cuando perdíamos 3 a 0 y con baile.

Hubo una reacción ejemplar de toda nuestra gente, que
nos marca cuál debe ser la conducta a seguir cada vez
que se asome una circunstancia difícil en la vida de
nuestro querido club.

Por eso a partir de ahora cada 31 de agosto será
recordado como el DIA DEL HINCHA DE VELEZ.  Y en cada
rincón del planeta donde haya alguien que vibre con
nuestra camiseta, en el  club, en el Amalfitani, en la
Villa Olímpica, en todas las filiales y las peñas ese
día será un día de fiesta. Un día de orgullo
fortinero. El día que los hinchas de Vélez demostramos
hasta dónde llega nuestra grandeza y que, aunque
tenemos las vitrinas llenas de copas, no necesitamos
de un título para expresar nuestra fidelidad
incondicional con la camiseta.

Gracias Vélez por tantas alegrías, y ya sabés, PORQUE
TE QUEREMOS SIEMPRE TE VAMOS A ALENTAR, EN LAS BUENAS,
Y EN LAS MALAS MUCHO MAS!!!!!
                                              
                                                     
                       

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