Por una campaña nacional

contra la desocupación

Desde el "Encuentro por las 8 horas" el Grupo Socialista Guernica, junto a otras agrupaciones, está impulsando una campaña contra la desocupación. Presentamos a continuación tres notas que la fundamentan y han sido la base para la difusión de nuestras actividades.

¡¡Hay trabajo para todos si todos trabajamos 8 hs!!

Por las 8 hs y la disminución de las horas de trabajo sin reducción del salario de bolsillo

El desempleo también es un problema para quienes tienen trabajo

El desempleo no es sólo un problema de los que no tienen trabajo, porque quienes lo tienen se ven condenados a rebajar cada vez más sus miserables sueldos y condiciones de explotación ante la amenaza de ser ellos otro desempleado. El desempleo es el principal mecanismo que tienen las patronales y el gobierno para enfrentar pobres contra pobres, trabajadores contra desempleados, contratados contra efectivos, jóvenes contra viejos y argentinos contra extranjeros.

Por esta razón es que el desempleo tiene una importancia particular, entre todos lo males que aquejan a la clase trabajadora y el movimiento de masas. La única forma de reconquistar las condiciones mínimas de dignidad que perdimos pasa por reducir el desempleo que nos enfrenta entre trabajadores y les permite a los patrones presionarnos. No podrá haber lucha exitosa por mejorar los salarios o las condiciones de trabajo mientras no resolvamos el problema que representan millones de trabajadores arrojados a la limosna de los punteros políticos de turno, y que son más allá de su voluntad, una presión objetiva contra quienes están trabajando.

La clase obrera necesita un triunfo político y unidad social para conseguirlo

Tiene razón Storani, el ministro de la represión, cuando dice que las huelgas son políticas cuando van contra el plan del gobierno. No son de política partidaria pero sí políticas en el sentido de que buscan derrotar la política de hambre y miseria del gobierno y el Fondo Monetario Internacional. Claro que necesitamos un triunfo político, generalizado, contra el plan del gobierno para conseguir que no nos sigan matando de hambre.

Los altos índices de desemplero significan una enorme reserva de mano de obra, un verdadero ejército de desocupados, que presiona sobre los que tienen trabajo. El desempleo rompe la unidad de la clase obrera y el movimiento de masas, enfrentándonos entre trabajadores y por esto sufrimos importantes pérdidas en nuestras condiciones laborales y nuestra capacidad de lucha y organización. Esto fue posible por la derrota de las organizaciones sociales de la clase obrera, por la acción de dirigentes que son la correa de transmisión de la patronal en las organizaciones del movimiento obrero.

En las duras condiciones actuales tenemos que reorganizarnos para defender las conquistas que se salvaron de la derrota y hacer pie para reconquistar las que se perdieron. Pero esta no es una lucha que pueda darse con éxito en un lugar de trabajo o en un sólo gremio o localidad, es una lucha que sólo triunfará si se generaliza a nivel nacional. Cuando se perdían unos pocos puntos del salario por la inflación, bastaba con la huelga sindical para recuperarlos, aunque fuera por un corto período. En estos últimos años vimos como se dieron decenas de huelgas e insurrecciones locales, como en Santiago, Cutral-Co o Corrientes, para nombrar sólo algunas. Pero ninguna de ellas pudo generalizarse, convertirse en lucha de clases al extenderse al ámbito nacional y así fueron disolviéndose los escasos triunfos conseguidos. Todo paso adelante se pierde si no logramos actuar coordinamente. Es necesario darse una política que unifique a todos los trabajadores para recuperar la unidad social perdida.

Por supuesto que para obtener reclamos específicos es preciso dar la batalla en los organismos sindicales que reconoce la mayoría de la clase obrera y por eso estamos a favor de luchar, por ejemplo, contra la muerte cotidiana en el gremio de la construcción. Pero debemos tomar conciencia de que con estas luchas parciales no alcanza para sostener las condiciones actuales y menos aún para recuperar lo perdido en salario y condiciones laborales. Hoy, que hemos perdido conquistas centenarias como las 8 horas, es preciso un triunfo político, como una huelga general activa por tiempo indeterminado o un levantamiento obrero y popular en el ámbito nacional para empezar a recuperarlas. Este triunfo político debe ser preparado, sin prisa pero sin pausa, reagrupando las fuerzas dispersas, buscando la unidad de los trabajadores, ocupados o desocupados, y el movimiento de masas.

Por las 8 horas y el reparto de las horas de trabajo

El movimiento obrero organizado no puede permitir los desempleados crónicos, con pobres viviendo de la basura del sistema capitalista que se desmorona. El derecho al empleo es el único derecho serio dejado a los obreros en una sociedad basada en la explotación y esta lucha contra el desempleo exige objetivos claros y métodos de lucha nacionales y organizados.

En las condiciones actuales, el régimen de los partidos de la burguesía y el imperialismo, sólo puede mantener la disciplina social con un gran ejército de reserva que amenace constantemente a quienes tienen trabajo. Esta es su política. La desocupación histórica, alrededor del 6%, es totalmente incompatible con la superexplotación en los lugares de trabajo. La posibilidad de conseguir inmediatamente otro trabajo acabaría con el temor presente de salir a reclamar por aumento de salarios y condiciones dignas.

Existen soluciones inmediatas contra la desocupación y la sobrexplotación, desde los intereses de la clase trabajadora, y las proponemos a todos los trabajadores y sus organizaciones. Contra el desempleo, tanto "estructural" como "coyuntural", debemos exigir el reparto de las horas de trabajo sin disminución de salarios, comenzando por el cumplimiento efectivo de las 8 horas. Sin disminución de salario significa que por las 8 horas se cobrará el mismo monto que en el último mes incluyendo las horas extras que se hayan cobrado y demás compensaciones.

Por supuesto que también luchamos por mejores salarios y condiciones de trabajo, por un Plan Nacional de Trabajos Publicos para construir viviendas para todos, caminos y vías que unan todos los puntos del país, obras de gas, luz y agua para que no haya una sola familia de Usuhaia a La Quiaca sin esos servicios esenciales para una vida digna. Pero es indudable que necesitamos un punto de unión, que encolumne a todas las fuerzas de los trabajadores y el movimiento de masas, tengan o no trabajo, y que ese punto de unidad es la lucha contra el desempleo.

En el contexto actual, el reclamo por las 8 horas para que todos tengan trabajo, lejos de quedarse en el plano de una revindicación gremial más, se convierte en un planteo político decisivo, es una lucha política pero también una política para la unidad social de la clase obrera y el movimiento de masas.

Una cuestión de relación de fuerzas

Muchos compañeros preguntarán si es posible conseguir que nadie trabaje más de 8 horas y el reparto de las horas de trabajo. En primer lugar les decimos que la lucha para que nadie trabaje más de 8 horas no es un problema de decisión individual ni algo que se pueda resolver en un lugar de trabajo, ni siquiera en un sólo gremio, sólo la lucha organizada podrá resolverlo al convertirse en una lucha que se extienda nacionalmente. En segundo lugar les decimos que "lo posible" es una cuestión de relación de fuerzas que, precisamente, sólo la lucha organizada puede resolver y con decisión y audacia, más temprano que tarde, lograremos una relación de fuerzas que nos permita imponer las soluciones que precisamos los trabajadores.

El gobierno, la patronal y sus abogados tratarán de demostrar el carácter irrealizable de nuestro reclamo. Los patrones más pequeños, los especialmente ahorcados por las grandes empresas, invocaran sus libros de contabilidad. Estas sólo son maniobras que buscan cuidar sus intereses sobre la miseria de los trabajadores. Para los trabajadores y el pueblo la cuestión está en preservarnos del deterioro, la desmoralización y la ruina. Este es el único punto de vista que nos interesa: el de los trabajadores. Se trata de una cuestión de vida o muerte para la única clase creadora y progresiva, la que garantiza el futuro de la humanidad.

Desde el gobierno nos llenarán de excusas "técnicas", para esconder el hecho de que hay dinero de sobra para solucionar el problema de los que producimos esa misma riqueza. Ocultan que su objetivo principal es pagar el "impuesto" al imperialismo, que se disfraza como pagos de la "deuda externa". Cuando tenemos que decidir entre pagar los impuestos o comprar comida, remedios o guardapolvos no dudamos; pero desde el gobierno nos quieren convencer de lo contrario. Día a día producimos las riquezas que ellos usan, es hora de que empecemos a cambiar tanta injusticia.

También nos encontraremos con aquellos que se llenan la boca con las 8 horas o el reparto de las horas de trabajo, pero en la realidad hacen todo lo contrario, porque eso les llena los bolsillos. Como José Rodríguez del SMATA que dice haber pedido las 35 horas semanales pero que en realidad ha hecho pasar todas las leyes de flexibilización.

Finalmente nos encontraremos con otros que piden su voto "para luchar contra la desocupación". Están mintiendo. Mienten porque dicen que para conseguir nuestros reclamos tenemos que votarlos. No será con votos ni con leyes de legisladores de "izquierda", como conseguiremos imponer justicia social para los trabajadores. Tampoco lo conseguiremos "pidiéndolo" a los diputados, senadores o ministros que son los ejecutores del plan del FMI. Sólo con acciones directas, colectivas y organizadas por nosotros mismos lograremos imponer las soluciones que necesitamos. A la legalidad no se la mendiga se la conquista por la vía de los hechos como nos demuestran día a día las patronales. Sólo debemos confiar en nuestras propias fuerzas.

Acción directa, colectiva y organizada

Son muchas las acciones que podemos llevar a cabo en el camino de ir sumando fuerzas y obteniendo triunfos parciales. Por ejemplo podemos exigir que las comisiones internas, listas gremiales, sindicatos y organizaciones populares organicen a los que trabajan con los desempleados para que el trabajo disponible se divida entre todos los trabajadores, con la dignidad que nos merecemos. Esto se podría lograr, por dar un ejemplo, proponiendo organismos de desempleados ligados a los sindicatos que se encarguen, por medio de la acción directa colectiva y organizada, de hacer respetar el máximo de 8 horas, sin disminuir los salarios actuales. Podrían organizarse "escraches" en los lugares donde se sobreexplotan trabajadores y cientos de otras medidas que seguramente surgiran de la iniciativa de los compañeros. Pero todas estas medidas tienen el norte de sólo confiar en las propias fuerzas y no en los mecanismos de la democracia formal, que no alimenta ni cura ni educa.

Sumar fuerzas para esta campaña y convertirla en una campaña nacional

Los socialistas revolucionarios agrupados en el Encuentro por las 8 horas llamamos a adherirse y a participar ampliamente de la campaña a todos los luchadores y organizaciones del movimiento obrero y popular para unificar las luchas en este punto. Para esto estamos organizando encuentros regionales a los que llamamos a sumarse individual u orgánicamente y a compartir las responsabilidades de organización y acciones.

¡Ni un solo despido más!

¡Ni un solo peso menos en el bolsillo del trabajador!

El gobierno de la Alianza, UCR-Frepaso, decretó un tope mensual de 30 horas extras, sin exceder las 200 horas anuales, supuestamente para luchar contra el desempleo. Los trabajadores sabemos que es una formalidad que no baja realmente las horas de más que nos condenan a trabajar, a veces sin pago.Es un engaño publicitario que sirva para dar empleo porque el propio gobierno se encarga de despedir estatales. No se puede tener una política para combatir la desocupación si no se comienza por no despedir y además prohibir los despidos. El decreto sólo sirve para sembrar ilusiones de conseguir algún trabajo entre los desocupados.

Las 8 horas conquistadas a principio de siglo buscaban equilibrar el día con 8 horas de sueño y 8 horas de vida personal. Trabajar más de 8 horas, realizar horas extras, significaba una compensación para el trabajador a costa de sacrificar parte de su salud física y mental. Por ejemplo se reconocía que el papá o la mamá eran algo más que esa persona que trae la plata y a veces una golosina. Muchos trabajadores hacían horas extras temporariamente para construir su casita en poco tiempo o pagar gastos extraordinarios como las fiestas de los hijos. En los últimos años comenzaron a generalizarse para mantener el nivel de vida y luego con la amenaza de despido se convirtieron en horas de trabajo obligatorias, pero cada vez peor pagas, o en ciertos casos aún sin pago. Actualmente a los trabajadores sólo les sirven para seguir subsistiendo, al gobierno lo ayudan a sostener niveles altos de desempleo y a dividir a los trabajadores entre ocupados y desocupados. Poco a poco, las horas extras se fueron convirtiendo en una rebaja del salario real, un robo liso y llano: lo que antes comprábamos con 8 horas hoy necesitaría de 24 horas de trabajo. No se puede luchar contra el desempleo dejando de pagar las horas extras, pero sí se puede exigir que se mantenga el mismo salario de bolsillo que nos robaron en estos años, sin tener que trabajar más de 8 horas o su equivalente de acuerdo a cada profesión.

¡Ni una sola hora extra más!

Saludamos la decisión de los compañeros de ATE-Capital y apoyamos sus acciones en la calle, reclamando contra el despido de estatales y la rebaja de salarios, pero creemos que no deben defenderse las horas extras, aunque sólo sea por un día más. Lo que no debe recortarse es el salario de bolsillo, incluyendo lo que se gana por horas extras. Esta medida sólo sería un comienzo para empezar a recuperar el robo de los últimos años. Pero no podemos seguir tolerando más de 8 horas de trabajo, porque atentan contra la salud de los trabajadores ocupados, y sigue condenando a los trabajadores que, hoy desocupados, son arrojados a la marginación y la humillación de tener que apelar a algún puntero político para seguir manteniendo a su familia. Debemos impulsar una política que termine con la división entre ocupados y desocupados. Por cada 2 trabajadores que cumplen 12 horas se crearía otro puesto de trabajo de 8 horas si todos trabajamos 8 horas, sin que esto signifique un solo peso menos en el bolsillo.

¡Por la unidad de los Trabajadores!

La Central de los Trabajadores Argentinos (CTA) lanzó una política contra la desocupación que consiste en juntar 1000000 de firmas para impulsar un proyecto de subsidios para la capacitación por dos años y 380 pesos, más 40 de salario por hijo, y una Marcha desde Rosario a Capital Federal para entregarlas.

Ningún trabajador puede oponerse a que se otorgue un dinero mensual por dos años a los desocupados, sea o no para capacitación, como tampoco nadie puede oponerse a que aumenten el monto de las jubilaciones. Esto sólo significaría la devolución de una parte del robo a que nos someten. Pero no debe quedar ninguna duda acerca del carácter de estas medidas: propuestas de emergencia y supervivencia ante el hecho brutal de la masa de desocupados. Como tales, no explican las causas profundas de la desocupación y no resuelven el tema crucial de la fractura entre ocupados y desocupados, es decir, la unidad social de la clase trabajadora. Por el contrario, persiste la división entre los pobres, ahora entre los desocupados con subsidio y los que no lo puedan conseguir por no reunir los requisitos que el gobierno ponga.

Además, sabemos que la desocupación no se va a solucionar capacitando. Al cabo de los dos años los compañeros capacitados harán cola como ahora, 40 o 50 por un puesto de trabajo, pero en lugar de hacerlo para tareas generales, lo harán quizás para puestos más calificados. La desocupación no es un problema de falta de capacidad de los trabajadores, la produce el mismo sistema capitalista que crea un ejército de desocupados.

El discurso de la capacitación le sirve al gobierno para imponer las pasantías como en España donde las utilizan para tener trabajando gratis a los desocupados, eso sí…desocupados trabajando gratis pero capacitados. Si sólo pedimos el subsidio se generan falsas expectativas en los compañeros desocupados. Es imposible que el mismo gobierno que no sabe qué hacer para pagar los intereses de la deuda externa al FMI sin tocar un peso de las patronales, otorgue ese monto para devolver en parte el robo a que nos somete. Es generar ilusiones en un gobierno que ya demostró a quienes sirve.

Para lograr estos objetivos la CTA propone juntar un millón de firmas. ¿Para qué? Para peticionar ante los diputados en el Congreso. Sólo basta recordar las firmas que se juntaron contra los indultos de Menem o las privatización de Somisa, entre otras empresas que fueron del Estado, o contra la jubilación privada, impulsada por la misma CTA. No pudieron impedir el avasallamiento de nuestras conquistas históricas, ni el saqueo de las riquezas y la soberanía nacional. La práctica sindical de delegar la política en fracciones patronales, de presionar o colocar figuras propias en el aparato del Estado condujo a un callejón sin salida. Igual impotencia muestran las visiones electoralistas de los partidos de izquierda que pregonan que desde una banca se resuelven los problemas centrales de los trabajadores.

¿Se les puede pedir a los miles de piqueteros que cotidianamente cortan las rutas que abandonen su actitud combativa y vayan a juntar firmas? Sólo con una política independiente de los trabajadores, que unifique organizativamente nuestras reivindicaciones, podremos cambiar la relación de fuerzas a favor de nuestra clase. Todas nuestras demandas están planteadas hoy en el terreno político.

Si nos detuvimos especialmente en la CTA es porque reconocemos la actitud de lucha de los compañeros, en contraste a la CGT empresarial comandada por Rodolfo Daher. La CGT encabezada por Hugo Moyano encarna una propuesta de un nacionalismo de ultraderecha, levanta un programa patronal en coincidencia con el sector del Grupo Productivo (Unión Industrial, Cámara Argentina de la Construcción, Confederación Rural Argentina) circunstancialmente afectado por la voracidad del capital financiero multinacional. Otros promueven el incremento de los plantes Trabajar que significa para algunos compañeros trabajar en negro por sueldos irrisorios, lo que implica la baja del salario y el clientelismo político con los punteros de turno.

Nuestra Propuesta

Para combatir la desocupación precisamos medidas de fondo. No lo conseguiremos con una lucha sindical aislada, en una sola fábrica, o en un solo gremio, ni sólo con los estallidos sociales que atraviesan el país, si estas explosiones de los trabajadores, con o sin trabajo, no se unifican en una respuesta política propia.

La desocupación es un problema tanto del que no tiene empleo como del que sí lo tiene y la lucha debe comenzar planteando el reparto de las horas de trabajo sin disminucion del salario de bolsillo. Si todos trabajamos 8 horas habrá trabajo para todos. Trabajo sobra, por ejemplo con un plan nacional de obras públicas. La cuestión está en que el dinero que se llevan el FMI o las patronales se destine a ese fin. En la posibilidad de conseguirlo rescatamos todos los métodos de lucha que son parte de la historia de la clase obrera y que forjaron sus conquistas del último siglo, (entre ellas las 8 horas de trabajo) desde la huelga a la insurrección. Pero sabemos que hoy, la resolución de cualquier demanda o conquista se plantea en el terreno político. Y requiere que los trabajadores tengamos nuestra propia herramienta política.

Desde el Encuentro por las 8 horas, convocamos a los trabajadores y organizaciones del movimiento obrero y popular a debatir estos temas. Para ello, llamamos a conformar encuentros, reuniones zonales, para sumarse a esta discusión, organizarnos y decidir nuestras acciones.

¡Ni un peso para el pago de la deuda externa mientras exista un desocupado!

 

Sobre las horas extras

"El tiempo es el espacio en el que se desarrolla el hombre. El hombre que sólo tiene tiempo para trabajar, comer y dormir y, una vez más, levantarse para trabajar para el capitalista, es menos que una bestia de carga." Carlos Marx

Desde el comienzo de capitalismo la burguesía condenó a los trabajadores a largas jornadas de trabajo. Durante todo el siglo diecinueve la reducción de las horas trabajadas fue una revindicación que movilizó a los trabajadores, desde Alaska a Tierra del Fuego y desde Inglaterra a Japón. Los trabajadores buscaban un poco más de "humanidad" al equilibrar el día con 8 horas de sueño y 8 horas de vida personal. Luego de sangrientas luchas, a fines del siglo diecinueve y comienzos del siglo veinte, comienza a imponerse paulatinamente, como en Estados Unidos y Francia, la jornada de trabajo de 8 horas.

Decíamos que comienza a imponerse porque como toda lucha, la de una jornada no mayor de 8 horas, tuvo éxitos parciales, avances y retrocesos. Por ejemplo en Argentina a pesar de que la legislación reconoce desde hace décadas la jornada de 8 horas, la patronal no dejó de impulsar que se trabajen más horas. El mecanismo fue el de sobrepago, al 50, 100 o 200% de una hora normal, por cada hora extra, más allá de las 8 horas diarias. Este sobrepago por realizar horas extras, significaba una compensación para el trabajador a costa de sacrificar, aún más, parte de su salud física y mental.

En un primer momento, cuando la relación de fuerzas era favorable para los trabajadores y el salario básico servía para cubrir una canasta familiar, alcanzaba para sobrevivir con un mínimo de dignidad, muchos trabajadores -en lugar de unificarse para pedir aumento de salarios-, hacían horas extras temporariamente para construir su casita en poco tiempo o pagar gastos extraordinarios como las fiestas de los hijos, como salida personal.

Como a los patrones sólo les interesa la ganancia siempre van a tratar de pagar lo menos posible a sus trabajadores, por lo tanto, cuando las relaciones de fuerzas fueron favorables a los patrones, redujeron el pago real, medido en poder de compra, de las horas normales, y así las horas extras se convierten en necesarias para mantener el nivel de sobrevivencia.. Así fue que en los últimos años comenzaron a generalizarse las horas extras para mantener el nivel de vida. Luego con la amenaza de despido se convirtieron en horas de trabajo obligatorias, pero cada vez peor pagas, o en ciertos casos aún sin pago. Poco a poco, las horas extras se fueron convirtiendo en una rebaja del salario real, un robo liso y llano: lo que antes comprábamos con 8 horas hoy necesitaría de 24 horas de trabajo. Así fue que en muchos hogares el papá o la mamá pasaron a ser esa persona que trae la plata y a veces una golosina.

Actualmente, las horas extras sólo les sirven a los trabajadores para seguir subsistiendo, pero al gobierno y las patronales los ayuda a sostener niveles altos de desempleo y a dividir a los trabajadores entre ocupados y desocupados. No se puede luchar contra el desempleo dejando de pagar las horas extras, pero sí se puede exigir que se mantenga el mismo salario de bolsillo que nos robaron en estos años, sin tener que trabajar más de 8 horas o su equivalente de acuerdo a cada profesión.

Algunos compañeros, como los de ATE, incluyen en el pliego de sus revindicaciones que no se les recorten las horas extras. Creemos que esto es erróneo, que no deben defenderse las horas extras, aunque sólo sea por un día más. Lo que no debe recortarse es el pago efectivo, incluyendo al sueldo lo que se ganó en el último salario de bolsillo por horas extras. Esta medida no sería pedir el pago por lo que no se trabaja, sólo sería un comienzo para empezar a recuperar el robo de los últimos años. Pero no podemos seguir tolerando más de 8 horas de trabajo, porque atenta contra la salud de los trabajadores ocupados, y sigue condenando a los trabajadores, hoy desocupados y arrojados a la marginación y la humillación, a tener que apelar a algún puntero político para seguir manteniendo a su familia. Debemos impulsar una política que termine con la división entre ocupados y desocupados. Por cada 2 trabajadores que cumplen 12 horas se crearía otro puesto de trabajo de 8 horas si todos trabajamos 8 horas, sin que esto signifique un solo peso menos en el bolsillo. Para que haya trabajo para todos es necesario dividirlo equitativamente como el agua potable en un barco a la deriva. Hay trabajo para todos, si todos trabajamos 8 horas.

Roberto Guernis