Editorial Mayo de 2002
No basta con voltear a Duhalde

Necesitamos un

nuevo sistema político

 

El espectacular robo del 2001, instrumentado por Cavallo para beneficiar a la burguesía nativa y los imperialistas a costa de la pequeña clase media y los trabajadores, desembocó en las jornadas de diciembre. Los logros alcanzados en esas jornadas por los sectores populares han entrado en una meseta, no por falta de determinación para dar una pelea por sus necesidades, sino porque ante la permanente traición de sus direcciones no encuentran un eje político que los unifique. El gobierno de Duhalde, sostenido por el radicalismo, el Frepaso y las huestes del vaticano, es el intento por recomponer el sistema de saqueo permanente después del gran robo. Las tareas de los socialistas revolucionarios pueden resumirse en dos grandes líneas: impulsar los mecanismos que apunten a dar una salida política a las luchas que hoy no sobrepasan el reclamo sectorial y dar pasos firmes hacia la construcción de un partido sin patrones ni burócratas.

 

El inusitado agravamiento en las condiciones de vida de los sectores populares va mostrando signos de barbarie, como el faenamiento de un caballo muerto depositado en un basurero o una muchedumbre tratando de rescatar alimentos entre los escombros que dejó el incendio de un supermercado. No falta conciencia de esta injusticia entre los sectores populares que hasta no hace mucho lograban satisfacer aunque sea malamente sus necesidades básicas. Tampoco falta convencimiento para tratar de defenderse peleando. Hay sobradas muestras de determinación para pelear y en este camino son siempre los sectores populares los que vamos poniendo los muertos. La limitación de estas luchas está impuesta por sus direcciones que las mantienen aisladas y las conducen a la vía muerta del reclamo a las repodridas instituciones de la democracia burguesa, las mismas que organizan el saqueo y la miseria cotidiana, o están reagrupando fuerzas para una hipotética salida electoral.

La finalidad del sistema capitalista es generar ganancias y esta es la pared infranqueable que destroza todas las ilusiones que siembran los que pretenden reformarlo, darle un "rostro humano". La única solución realista para los trabajadores y los sectores populares es que consigamos poner todos los recursos sociales en función social, bajo la dirección de las organizaciones de democracia directa que ellos mismos generen. Poner todos los medios de producción y de cambio social al igual que todas las riquezas al servicio de la sociedad que los produce, no para que generen ganancias para los capitalistas. Y cuando hablamos de medios sociales no nos referimos al tallercito de la esquina sino a los grandes monopolios que determinan qué se produce y para qué, a los que determinan socialmente la producción. Pero no es posible poner a nuestro servicio la producción sin una pelea feroz contra los que se roban día a día nuestras riquezas y nuestro trabajo, y para pelear es preciso organizarse sólidamente.

El estado de organización actual de las luchas no alcanza porque lejos de unificar, divide y lleva a enfrentamientos. Se enfrentan trabajadores de los bancos con ahorristas, piqueteros con changarines del mercado central, empleados de supermercados con quienes van a pedir comida, desocupados pidiendo trabajo con los trabajadores que son llamados a defender "su" fuente de trabajo. Estos son los límites de las luchas sectoriales en estos momentos de crisis en los cuáles la única solución puede ser política, nacional y generalizada en función directa por manejar todos los resortes de las políticas económicas y sociales, justamente para ponerlas en función social y no para generar ganancias. Las direcciones actuales del movimiento obrero y de masas son las directas responsables de esta situación porque para defender sus privilegios burocráticos encierran las luchas en sus límites sectoriales, sean locales o sindicales. Direcciones que tienen nombres por todos conocidos: CGTs, CTA, CCC y Bloque Piquetero.

La única forma de darles una salida de conjunto a los reclamos sectoriales, es encontrar una forma de organización política para la lucha del tipo de las coordinadoras de la década del ’70, que permita romper con los aparatos de los burócratas de distinto pelaje. Para responder a las necesidades de la lucha revolucionaria actual, es necesaria una organización amplia y prestigiosa que pueda contener en su seno a todas las organizaciones de lucha por encima de las separaciones políticas, nacionales, provinciales y sindicales existentes. Una organización prestigiosa por ser elegida democráticamente por los trabajadores de las fábricas, los talleres, las minas, los establecimientos comerciales, el transporte y todos los sectores populares, que se eleve así sobre las disputas de las sectas y fracciones para llevar a acciones conjuntas nacionales, acciones políticas. Las luchas desde diciembre han dado, en forma embrionaria e incompleta, organizaciones políticas de este tipo, opuestas por el vértice al régimen de la actual constitución, y son las Asambleas Populares. Es preciso ampliarlas a todos los sectores de trabajadores en lucha, reconocer a las asambleas de estudiantes y de fábricas o talleres como parte de estas asambleas, llamar a las comisiones internas a participar, a todos ellos con el tipo de representación que quieran darse. Pero también hay que explicar pacientemente los límites de todos los reclamos sectoriales y la necesidad de sumarse a las organizaciones de lucha política que son las Asambleas Populares. Por ser organizaciones políticas, democráticas e independientes, son potencialmente los organismos capaces de contener a todos los luchadores y destrozar a los burócratas.

La tarea que hoy está planteada no es la toma del poder, aunque esta sea la perspectiva, sino la de ganar a las más amplias masas para organizaciones políticas democráticas que cambien la forma y el contenido de la política cuando los echemos a todos.

 

Grupo Socialista Guernica

29/05/02

 

El cuento de la distribución bondadosa

Argentina produce alimentos para 350 millones de personas, casi diez veces su población. Mientras mueren por día varias decenas de niños y nacen bebes con severa desnutrición, los tamberos tiran la leche pidiendo un aumento en el litro de 12 a 18 centavos, el mismo litro que se debe pagar al minoreo más de 1 peso.

El Frenapo y el CTA ponen el acento en que se generan riquezas y que la solución pasaría por un golpe redistributivo. Para lograrlo insisten en pedirles a las instituciones de esta democracia del imperialismo y los grandes monopolios que distribuyan "mejor".

Cargill, Nidera o Monsanto y demás monopolios que manejan el comercio de granos son empresas capitalistas, manejan la producción y la venta para tener ganancias y no para que los trabajadores y los sectores populares puedan consumir, y lo mismo sucede con los demás rubros.

Pedirle a los capitalistas que sean buenos es como pedirle al zorro que no robe gallinas. La cuestión está en organizar la producción para satisfacer las necesidades de los trabajadores y sus familias, no para que los capitalistas obtengan ganancias. Y esto no sucederá con amables pedidos, hay que sacárselos por la fuerza.

 

La producción en nuestras manos

Hay cientos de pequeñas patronales que abandonaron sus talleres y fábricas. En algunas de ellas los trabajadores las hacen funcionar bajo supervisión judicial, gestionan la producción sin atentar contra la propiedad patronal, o directamente se hicieron cargo como cooperativas, y en contadísimos casos hubo una expropiación municipal para legitimar la situación de hecho. Sin duda que como estrategia de supervivencia inmediata para sus trabajadores este es un gran paso. Es un paso mucho más importante que reclamar subsidios, es poner la producción en manos de los trabajadores. Sin duda sería paso mayor si estas situaciones se pudieran llevar adelante en todas las fábricas y talleres que se encuentran cerrados, muchos de ellos con sus máquinas y en algunos casos con stock de materias primas que permitirían comenzar la producción. En este sentido la autogestión de los trabajadores y la acción directa, colectiva y organizada son las formas de garantizar la efectividad.

Al mismo tiempo hay que ser claros en la perspectiva: esta situación no puede durar por mucho tiempo si no se consigue de las autoridades un trato preferencial, porque no podrían competir con los monopolios capitalistas. Las autoridades locales deben darles prioridad en sus compras, hacerse cargo de abastecer los insumos, de conseguir el financiamiento y de garantizar los salarios. Sin la decisión política de las autoridades locales estos talleres y fábricas no pueden resistir por mucho tiempo. Al mismo tiempo para defenderse de los monopolios el reclamo debe ser la estatización bajo control obrero de toda la rama de producción.

"Planteo de poder de la clase obrera"

"Está planteada una cuestión de poder, lo cual exige la preparación sistemática de los explotados con un planteo político. El movimiento piquetero es la expresión más acabada de esta preparación política, en la medida en que lucha por expresar y organizar a la clase obrera, es decir a las fábricas y sindicatos, y en la medida en que se esfuerza por dar una dirección obrera al movimiento de Asambleas Populares. "Los yanquis preparan la «salida» de duhalde - Golpe y elecciones adelantadas" por Jorge Altamira, PO 752 –2 de Mayo de 2002"

Rebobinando de sus anteriores convicciones, en las cuales el Partido Obrero era la "expresión más acabada" de "preparación política" para plantear la cuestión del poder, y dando ahora este rol al conjunto del movimiento piquetero, Jorge Altamira nos vuelve a sorprender. El enfrentamiento con los trabajadores en las puertas de Repsol-YPF: ¿es la forma en que se expresa la lucha del Bloque Piquetero por "expresar y organizar a la clase obrera"? ¿Este es el contenido y la forma en que se esfuerzan "por dar una dirección obrera al movimiento de Asambleas Populares"? ¿Cree realmente Altamira que el movimiento piquetero, atomizado y burocratizado, tiene la preparación política hacia la toma del poder, representando a todos los luchadores?

Seguramente las respuestas serán sorprendentes, pero al menos queda claro con estas posiciones que el PO tuvo una política consciente para dividir a las Asambleas Populares hacia el acto del 1° de Mayo. Es absolutamente claro que en la política del PO las Asambleas debían subordinarse a la dirección más esclarecida, "la expresión más acabada de preparación política" para plantear la "cuestión del poder". También queda claro por qué sus militantes al perder la votación en la Interbarrial iniciaron una provocación al grito de "Piqueteros, carajo".

 

Los caminos de la unidad

 

En muchas ocasiones sectores que se reclaman "progresistas" o de izquierda han propuesto hacer un bloque o un frente, e incluso han llegado a plantear "la unidad de los revolucionarios". Estamos dispuestos, en el interés de la clase obrera y para la solución de determinadas tareas concretas, a trabajar unidos con todo grupo u organización de los trabajadores o el movimiento de masas. Con este fin proponemos la participación de nuestros integrantes, como simples asambleístas, en las Asambleas Populares, donde todos los pertenecientes a diferentes partidos podremos discutir sobre todas las cuestiones actuales y todas las tareas inmediatas. Es la forma más natural, más abierta, más honesta y más sana de la alianza en vista al trabajo común, que permite incluir aún a aquellos que no pertenecen a un partido determinado o a quienes dudan o niegan la necesidad de su construcción. Será en las asambleas donde propondremos nuestras políticas y soluciones y nos esforzaremos para convencer a todos de lo correcto de nuestro camino. Cada individuo o grupo debe gozar en el seno de el asamblea de una entera libertad de crítica. En la lucha por los objetivos prácticos propuestos estaremos siempre en primera fila. Esta es la forma de colaboración que los socialistas revolucionarios proponemos fraternalmente. Si en este camino, de cara a los trabajadores y los sectores populares, encontramos coincidencias estratégicas y un método sano no dudaremos en establecer mayores compromisos.

De lo que sí estamos en contra es de acuerdos tipo "unidad de los revolucionarios" que distorsionan el funcionamiento horizontal y asambleario, la mayoría de las veces para ocultar estrategias electoralistas. Si algo han demostrado las jornadas del 19 y 20 de diciembre es que las amplias masas están muy por delante de las pretendidas y autoproclamadas "vanguardias revolucionarias".