LUIS GHILARDI, REPUBLICANO, ITALIANO, HEROE MEXICANO.

 

(Antonio Peconi)

En la ultima década del siglo XVIII, cuando estalló la Revolución Francesa, se encendió en Europa con la chispa de la libertad, de la opresión del "Ancíen Régime". Despertó por fin la humanidad del sopor en que estaba sumergida y constreñida. Los ideales de libertad, de fraternidad y de igualdad fueron las llamas que alimentaron las revueltas, los levantamientos y las guerras que ensangrentaron el siglo XIX.

En este clima de efervescencia nació Luis Ghilardi el 10 de agosto de 1800 en Lucca, ciudad de Toscana, Italia, de Nicolás e Isabel Lucchesi.

Resonaban todavía los gritos, los ecos de la victoria de Marengo con la cual Napoleón I afirmaba su gran poder militar en la península itala.

La juventud vivió entonces una gran euforia republicana que en el transcurso de pocos años se acabaría con la derrota de Waterloo y el Congreso de Viena que restablecerá el "statu quo" en todos los estados conquistados por Napoleón. Se impusieron entonces regímenes de represión y despiadado control de todo movimiento y pensamientos liberales. Nacieron pues las sociedades secretas en diferentes países, en Italia los carbonarios, más tarde la Joven Italia fundada por el gran patriota genovés José Mazzini, incansable apóstol de las ideas republicanas en Italia y en toda Europa. Creció el joven Ghilardi, como la mayor parte de los jóvenes de su tiempo en un clima de dura represión y de tensiones políticas que dieron lugar a los levantamientos de Nápoles, Turín y Milán. La feroz represión provocó la fuga de sus tierras de muchos liberales, que dirigiéndose a España se vinieron a América. Un considerable grupo se quedó en España donde bajo banderas liberales luchó contra el bando monárquico carlista.

Entre 1824 y 1830 encontramos a Ghilardi en Francia, en Rouen, luego en Portugal después en Bélgica luchando en estos dos últimos países bajo bandera liberal contra los conservadores. Sucesivamente pasó a España donde se impuso a la admiración de sus superiores por el coraje y el atrevimiento en los combates. En 1840 estando en Reus se casó con Doña Francisca Anguera. Los acontecimientos Políticos de Italia en 1848 le llamaron a luchar contra los eternos enemigos de su patria: los austríacos. Entonces solicitó y obtuvo del gobierno español una licencia de seis meses para tomar parte en la primera guerra de independencia.

A su llegada en Italia se le confió el mando del tercer batallón de voluntarios toscanos, pero él pidió el cambio a la división del general Santiago Durando que ya fuera su jefe en España; con la misma luchó contra los austríacos hasta la rendición de Milán (julio de 1848). El rey del Piamonte Carlos Alberto, que encarnó el símbolo de la lucha contra el eterno enemigo, supo aglutinar las fuerzas de toda la península, pero no pudo disponer de un ejercito bien preparado y organizado como tenia el enemigo, el cual al mando del mariscal Radetzki en algunas batallas derrotó al rey piamontés, que se vio obligado a abdicar en favor de su hijo Víctor Manuel que debió firmar un duro tratado de paz, que casi aniquiló los recursos del pequeño estado sardo. Desalentado y defraudado por los adversos acontecimientos en que acabó la primera guerra de independencia, Ghilardi regresó a Toscana donde le ofrecieron varios cargos que rehusó por no compartir las ideas del gabinete Guerrazzi. Solicitado por los patriotas Sicilianos se trasladó a la isla donde los republicanos se habían levantado contra los Borbones echándolos de la isla. Allí se le reconoció el grado de coronel, comisionándole a Suiza para levantar tropas para el ejército siciliano. Se acordó entonces con el suizo Becker para un primer contingente de 2000 hombres, sucesivamente pediría otro semejante. Sin embargo al conocer el hecho Francia y Piamonte buscaron toda clase de pretextos para negar el paso de las tropas. Esto, aunado a la caída de Messina y otras ciudades de Sicilia en manos del ejercito Borbón dieron al traste con su misión militar en favor de los sicilianos. Entonces acudió a la defensa con Garibaldi en 1849, de la recién fundada República Romana contra las tropas francesas que habían respondido al llamado del papa Pío IX. Primero recibió el mando de una columna móvil, después de la línea derecha de defensa de Janiculo y la derecha de la división Garibaldi. Durante el sitio de Roma conoció la maldad de las tropas francesas que con su superioridad en armamento, pero no en coraje, pudieron aplastar la resistencia de los republicanos entrando en la ciudad el tres de julio de 1849. Vencida pues la licencia para reincorporarse al ejercito liberal español, el coronel Ghilardi abandonó Italia llegando a México a fines de 1853.

Ghilardi en México

Se presentó al general Antonio López de Santa Anna, entonces presidente de la República a quien dedicó su "Curso de Arte y Ciencia Militar" libro que el gobierno mexicano hizo imprimir en 1854, que una comisión consideró útil para oficiales del estado mayor. Los acontecimientos políticos y militares que se sucedieron determinaron la caída de Santa Anna con la proclamación del Plan de Ayutla. Ghilardi se unió entonces a las fuerzas que lo apoyaban militando a las ordenes del general Santos Degollado, a quien acompañó en la derrota de Tizayuca el 28 de marzo de 1855. Por la ayuda que prestó al Plan persiguiendo a las tropas conservadoras y por su espléndida conducta, fue señalado en 1855 en un reporte diplomático que envió a la cancillería de Turín, el Cónsul General Rafael Benzi, representante diplomático piamontés que llegara a México el 30 de junio del mismo año para firmar el primer tratado de Amistad, de Navegación y de Comercio entre los Estados Unidos Mexicanos y el reino de Cerdeña. El diplomático tuvo la oportunidad de recibir el general y quedó profundamente impresionado por la actitud franca y leal que revelaba Ghilardi de sus ideas republicanas. En el primer censo que levantó el mismo diplomático de los italianos residentes en México, Luis Ghilardi aparece señalado como general al servicio del ejército mexicano. El 30 de noviembre el general Comonfort, unos días antes de ser nombrado Presidente interino por el Presidente Juan Alvarez que dimitiría de su alto cargo, revalidó a Ghilardi el despacho de general de brigada que le había conferido el general Juan Alvarez. En diciembre del mismo año actuó en Querétaro en la campaña de Sierra Gorda contra Tomás Mejía y López Uraga. El año siguiente participó en el asalto de la ciudad de Puebla el 11 de marzo donde resultó herido de gravedad, por esto solicitó licencia para irse a curar a Europa de donde regresó en 1857.

 

Estando todavía enfermo se retiró del servicio y volvió de nuevo a Italia. Allí habiendo tenido noticia de la caída de Comonfort creyó conveniente trasladarse a Perú donde encontró una difícil situación política. Por sus antiguas amistades se vio involucrado en una conspiración que le llevó a la cárcel, la pérdida de todos sus bienes, dejando en la miseria a su esposa y a su hija. Recuperó la libertad después de dos años; entonces habiendo tenido noticias de los acontecimientos italianos regresó a su tierra para ofrecer sus servicios al rey Víctor Manuel. Desafortunadamente llegó demasiado tarde para participar en los sucesos que llevaron a la constitución del reino de Italia. En balde presentó a la Cancillería de Turín capital del recién constituido reino italiano, más de 200 documentos para el reconocimiento de sus servicios en favor de la libertad de su patria y en diferentes países del mundo, esperando ser incorporado al ejercito italiano con el grado que merecía. Reconocieron sus méritos pero todo fue inútil porque la ley especial había vencido y nadie más fue admitido en el ejército. Con gran amargura comprobó que su patria natal lo rechazaba, no le quedaba otra cosa que volver a su segunda patria: México.

Esta vez le llamaba de verdad, estaba en peligro de ser invadida por los ejércitos aliados de Francia, España e Inglaterra. En efecto, los representantes de las tres naciones reunidos en Londres en octubre de 1861 establecieron enviar a México sus respectivas tropas para obligar al gobierno republicano del presidente Juárez al pago de las deudas pendientes. En efecto, aquel diciembre llegaron las tropas españolas, en enero de 1862 las francesas y las inglesas. Viendo que las intenciones de los galos no eran de respetar los pactos firmados en Londres, España e Inglaterra retiraron sus tropas dejando al descubierto los verdaderos planes franceses: la invasión y conquista de México para imponer una monarquía con un príncipe europeo, sostenido por las tropas de Napoleón III.

Ghilardi que ya actuara en la guerra de Reforma decidió ofrecer de nuevo sus servicios a México. Garibaldi le entregó cartas para el Presidente de los Estados Unidos (1), el general Mc Clellan (2) y para el Presidente de México Benito Juárez (3), aconsejándole que volviera a luchar contra los enemigos de México. Llegaría por cierto en un barco ingles a Nueva York a mediados de mayo de 1862 y seguiría para Washington en compañía de otros cinco oficiales italianos que deseaban combatir contra los franceses. En efecto lo encontramos el 27 del mismo mes allí para entrevistarse con el señor Matías Romero, encargado de Negocios del Gobierno de Juárez ante el de los Estados Unidos. Nuestro general aprovechó su estancia para dirigir en fecha 21 de mayo una carta al general norteamericano Mc. Clellan solicitando ayuda para la causa mexicana. Le envió a la vez la carta que traía para él de Garibaldi. Conocemos la respuesta del general norteamericano porque la remitió a la Legación mexicana en Washington, que fue traducida al español y con correo diplomático enviada a México a la Secretaria de Relaciones Exteriores. Dice así:

Sr. General Luis Ghilardi.

General,

He recibido su carta del 21 de mayo. Siento en extremo no haber disfrutado del placer de una entrevista personal con usted antes de su partida para México. La desgraciada condición de este país exige todos los recursos de su Gobierno para la restauración de la paz.

Por esta razón seguramente fue que usted encontró a nuestro Gobierno limitado a manifestar sus buenos deseos por el de México. Estoy seguro, general, que México posee las ardientes simpatías de todo verdadero americano, y que tal simpatía sería expresada eventualmente de una manera más fuerte que por meras palabras. Soy de usted verdaderamente.


Mc. Clellan, Mayor General en Jefe,
Washington 10 de junio de 1862 (4).

Con nota 177 del 27 de mayo del mismo año Matías Romero comunicaba a la Secretaría de Relaciones Exteriores de México la presencia de Ghilardi en Washington.

"Hoy se ha presentado a esta Legación el Sr. General Ghilardi que vino hace poco de Europa, con objeto de prestar sus servicios en defensa de la República. En Nota separada hablaré a usted de los trabajos que se propone emprender aquí. Procuraré decidir que se marche lo más pronto posible a México, en donde considero sus servicios de mucha utilidad.


Dios, Libertad y Reforma.
(Firmado) M. Romero.
Sr. Ministro de Relaciones Exteriores.
México
Washington, mayo 27 de 1862 (5).

En efecto, el general Ghilardi realizó una campaña publicitaria a favor de México durante la cual fue recibido por el Presidente Abrham Lincoln a quien entregó la carta de Garibaldi. Probablemente le repetiría, como más tarde en su carta el general Mc. Clellan, que el país no estaba en condiciones de prestar ninguna ayuda a México por la guerra que había estallado ahí.

La nota a parte a la cual hace referencia el Sr. Romero lleva la fecha del 31 de mayo. "El que finaliza, se presentó en esta Legación el general D., Luis Ghilardi, según comuniqué a Ud. en mi nota 177, de aquella fecha. Vino a este país de transito para la República, a donde va prestar sus servicios en favor de nuestra causa. Trajo cartas de introducción del general Garibaldi para el Presidente de los Estados Unidos y para el general Mc. Clellan, y durante su permanencia en esta capital se proponía obtener algunos auxilios para México de armas y municiones de guerra. Tuvo dos conferencias con Mr. Seward, y con ellas se convenció que por ahora no le sería posible conseguir nada, y se decidió a marchar desde luego al término de su destino. Conociendo yo los buenos servicios que el general Ghilardi prestó en otra época a la República en circunstancias aciagas, y creyendo que en las presentes serían útiles para el país sus servicios, no vacilé en animarlo para que se fuera desde luego, diciéndole que tenía casi seguridad de que seria bien recibido y ocupado en nuestro ejército, y que su persona se consideraba como una importante adquisición. Para que continuara su marcha a la República, habría sin embargo, un grande obstáculo y era la falta de recursos del general, que sólo había traído de Italia los necesarios para llegar a Nueva York. Yo estaba dispuesto a buscárselos, aunque con poca esperanza de conseguirlos, por lo mucho que ha padecido el crédito de la República, pero afortunadamente el Sr. Barreda, Ministro de Perú, luego que tuvo noticia de esta necesidad y deseando también favorecer al general Ghilardi, ofreció los que necesitaran.

De acuerdo con el general le pedí la cantidad de 1800 pesos, que me dio y que entregó luego al general, según indica el recibo adjunto. Aunque esta cantidad parece considerable, lo es si se atiende a que convenimos que el general se fuera por Panamá a Acapulco, que es la vía más segura, y que más larga es también la más costosa, ya que lleva consigo cinco oficiales italianos que abona como útiles, cuyos pasajes también era necesario pagar. El general saldrá de Nueva York el dos del actual en el vapor para S. Francisco. Para satisfacer al Sr. Barreda la cantidad que sin descuento ni interés, tan bondadosamente facilitó, le he dado una letra por el valor de mil ochocientos pesos ($1800) girada por mi contra el Ministerio de Hacienda, y de la cual le remito copia adjunta, suplicando a Ud. Se sirva recabar del Presidente las ordenes más eficaces para que se pague a su presentación, pues es una deuda de Honor, cuyo pago creo que debe hacerse de toda preferencia. Si como no lo espero, el Supremo Gobierno no tuviere a bien aprobar este gasto que he hecho, guiado solamente de lo que he creído que conducía al mejor servicio de mi patria, aunque sin tener autorización para otorgarlo, espero que no por ello se deje de pagar la libranza, y suplico a Ud. Que su importe se abone en tal caso a los alcances que tengo contra el Erario Público como Encargado de negocios de la República. Reproduzco a Ud. Las seguridades de mi muy distinguida consideración.


Dios, Libertad y Reforma.
(Firmado) M. Romero
Washington, mayo 31 de 1862
Señor Ministro de Relaciones Exteriores.
México (6).

 

En efecto Ghilardi y los cinco oficiales desembarcaron en Acapulco donde fueron recibidos por el general Juan Alvarez, quien nombró a nuestro héroe comandante militar el 3 de julio, cargo con el que intervino en la fortificación del puerto; por esto fue felicitado por el Presidente Juárez (7). Fue relevado por enfermedad en octubre del mismo año. Sucesivamente se trasladó a la ciudad de México, se entrevistó con el Presidente a quien entregó la carta del general Garibaldi (8). En enero de 1863 recibió una carta del Presidente Juárez con la cual confirmaba haberse enterado de su deseo de ser incorporado al Ejército de Oriente (9). Como aparece en el primer tomo de la obra del general Santibáñez: Reseña Histórica del Cuerpo del Ejército de Oriente, el general Ghilardi resultaba ya incorporado a dicho ejercito con fecha 18 de febrero de 1863 (10). Participó entonces en la defensa de Puebla, encargada al general Luis Gonzales Ortega. Ghilardi formó parte de la Cuarta división de Infantería al mando de la Primera Brigada que comprendía el 1º y 2º batallón de los Zapadores de Zacatecas. Tuvo a su cargo la defensa de la línea Santa Inés - el Carmen con el fuerte Hidalgo. Luchó como todos los defensores de la plaza hasta lo imposible, pero la falta de víveres y municiones obligó al general Ortega a entregar Puebla a los franceses al mando del general Forey. El general Ghilardi logró escaparse y se presentó a recibir ordenes del gobierno y se le nombró segundo jefe de la comandancia de Jalisco en julio de 1863 (11). Después de la rendición de Puebla se pudieron reorganizar algunos cuerpos, como el Ejército de Oriente, el del Centro, mientras que Ghilardi dado el escaso número de soldados que volvieron a incorporarse y la falta de parque tuvo que darse a acciones de guerrilla por el estado de Jalisco y Zacatecas hostigado de cerca por las tropas enemigas que iban recuperando las ciudades del norte persiguiendo sin descanso a las tropas republicanas. Así que en la noche del 16 al 17 de enero de 1864 las fuerzas del comandante francés Lepage lo sorprendió en Colotlán cuya pequeña fuerza derrotó, tomándolo prisionero así como al coronel Refugio González, al teniente coronel Don Pedro Landázuri, cuatro oficiales más y setenta soldados de infantería. Todos los prisioneros fueron llevados a Aguascalientes. Aquí Ghilardi fue sometido a un consejo de guerra, pero su condena estaba ya dictada porque los jueces aplicaron al pie de la letra el decreto que en octubre de 1863 el general Bozaine publicó contra las acciones de la guerrilla "Previniendo toda acción delictuosa que se fucile a todos los oficiales prisioneros" (12). Pero el general Ghilardi no era un guerrillero sino un oficial de un ejército regular a quien no se le debía aplicar dicho decreto, porque además en ese momento resultaba haber renunciado cuatro meses y medio antes al mando de las tropas, como aclara nuestro héroe en una carta inédita escrita a su esposa en fecha 3 de febrero de 1864 desde la prisión de Aguascalientes. En efecto así acontecieron los hechos: "Hoy hace diez y siete días (es decir el 17 de enero y no de febrero como afirman varios historiadores) que caí prisionero en la ciudad de Colotlán, donde me encontraba hacía más de un mes esperando embarcarme para el extranjero, pues hacía cuatro meses y medio que había renunciado al mando de las tropas. La renuncia esta fue fundada por el asesinato del general Comonfort. Me había retirado en esta ciudad sin escuchar las invitaciones del Sr. González Ortega. Una vez prisionero he sido condenado por la Corte Marcial a ser pasado por las armas. La Corte Marcial fundó su sentencia sobre cuatro puntos: 1) Por haber faltado a mi palabra de prisionero de Puebla. Yo no podía faltar a mi palabra porque me evadí de la ciudad, y no figuré en la lista de prisioneros. 2) Porque había amenazado fucilar a un oficial del ejército francés. Dicho oficial tenia correspondencia, a lo que parece, con otra línea que no estaba a mis ordenes y se equivocó al ir a mi línea. Sostenía que yo le había llamado, y yo sostenía lo contrario, le exigí que dijera la verdad, o que le haría fusilar. En aquel momento di parte al Cuartel General. Después el mismo oficial pasó al Cuartel General y se volvió a su campo. Antes de ayer el referido oficial ha venido a verme, y declaró la verdad de lo que yo decía. 3) Poco después de un asalto que hubo en Santa Inés (mi línea) hice yo mismo retirar los muertos y los heridos con toda la humanidad y simpatía que tengo por Francia que tu conoces. Cuarenta y ocho horas después se acordó una suspensión de armas con un segundo aviso que recibí de un ayudante de campo del Cuartel General advertí al enemigo que había expirado la suspención. Después de un segundo aviso monté sobre la trinchera para advertir a los sitiadores que tenia ordenes de romper el fuego. 4) Se me acusa de que he sido tomado con las armas en la mano. 200 y tantos documentos oficiales que la Corte Marcial ha tenido en su poder prueban que desde hace cuatro meses dejé el servicio.

Si mi suerte es la de ser pasado por las armas yo la sufriría con resignación que tu me conoces. Ahora estoy persuadido de que llegando a este punto no importa el general francés que se encargue de esta misión. Se me permitirá siempre arreglar los negocios de interés" (13) En efecto la condena a muerte fue confirmada por el mariscal Bazaine en fecha 13 de marzo de 1864 en una carta dirigida al general L’Heriller (14).

La mañana del día 16 de marzo redactó dos cartas, una dirigida a su esposa y su hija (15) la otra con las últimas disposiciones (16). La primera no fue enviada en ese momento, mientras que el mariscal Bazaine remitió a Lima a la viuda del general la del día 3 de febrero a través de los cónsules franceses.

"La ilustrada Francia iba a vengarse de supuestos agravios pasados que sacrificaría en el cadalso al compañero de Alvarez y Degollado, Comonfort y Arteaga, en la lucha de principios de ideas, iniciada y sostenida en 1854 y 1855, no al defensor de la independencia mexicana, sino al ardiente italiano partidario de la libertad del suelo de Dante de aquella libertad que cantó este y defendió la espada de aquél. Ghilardi recibió con serenidad la inicua orden de muerte, nombró de depositario de un reloj y de una pequeña cantidad de dinero al Señor Hornedo (que seria después nombrado gobernador del Estado), y marchó al suplicio. Protestó ya en el patíbulo levantado en la plazuela de " El Burro" contra la venganza tan injusta; se dirigió al pueblo; y así como los gladiadores romanos morían saludando al Cesar, Ghilardi recibió las balas francesas, exhaló el ultimo suspiro saludando a la libertad " (17). Fue enterrado en el camposanto de Guadalupe como consta en el acta de defunción redactada el mismo día por el Presbíero Don Manuel Frutos. Años más tarde, sus restos junto con los de cinco héroes mexicanos, es decir, el coronel Jesús R. Macías, el coronel José Ma. Martínez y los ciudadanos Gil Ayala, Dionisio Medina y Luis Palos, muertos durante la invasión francesa fueron trasladados de allí y enterrados en una misma tumba en el panteón de Los Angeles, tumba recientemente reconstruida y debelada el 24 de mayo de 1994 por el Gobernador del Estado de Aguascalientes Lic. Otto Granados Roldán y el Embajador de Italia en México, Dr. Sergio Cattani, en emotiva ceremonia con la presencia de otras autoridades del Estado, numeroso público y de la comunidad italiana residente en Aguascalientes.

 


 

NOTAS

  1. Colección Bustamante, Instituto Nacional de Antropología e Historia. México, vol. 61, Carta nº. 13, México 1862, inédita.

Anexo 1.

  1. Ibid, ib. carta nº. 14, inédita, anexo 2.
  2. Ibid ib. carta nº. 15, inédita. Anexo 3.
  3. Romero, Matías. Correspondencia de la Legación Mexicana en Washington durante la intervención Extranjera, México 1878 - 1892, tomo I, p. 257.
  4. Ibid, ib, p. 203.
  5. Ibid, ib, pp. 208 - 209.
  6. op. cit, vol. 63, carta nº. 41, inédita. Anexo 4.
  7. Ibid, ib, véase nota 3.
  8. Ibid, ib, vol. 65, carta nº. 10. Inédita. Anexo 5.
  9. Santibañez, Manuel. Reseña histórica del Cuerpo del Ejercito de Oriente, México 1891, T. I. p. 227.
  10. op. cit. Vol. 62, inédita. Anexo 6.
  11. Juárez, Benito. Documentos, Discursos y Correspondencia.

Secretaría de Patrimonio Nacional, México 1966 vol. 8, pp. 287 - 288.

  1. op. cit. vol. 67, carta nº. 2, inédita.
  2. La intervención francesa en México, según el Archivo del Mariscal Bazaine, Porrúa, México 1973, vol. 54, pp. 322 - 323. Anexo 7.
  3. op. cit, vol. 65, carta nº. 7, inédita. Anexo 8.
  4. Ibid, ib. vol. 67, carta nº. 8 publicada en 1864. Anexo 9.
  5. González, R. Agustín, Historia del Estado de Aguascalientes, Aguascalientes, 1992, p. 292.

 


A N E X O S

 

 

ANEXO 1

Caprera 11 de enero de 1862

Señor Presidente

Mi amigo y compañero el General Ghilardi se dispone a viajar a México y desea que se le recomiende a Usted.

Conociendo su benevolencia me tomo esta libertad y aprovecho para presentarle mis más afectuosos saludos.

Su dev.mo. G. Garibaldi.

Al Presidente de los Estados Unidos.

 

 

ANEXO 2

Caprera 11 de febrero de 1862

Señor General.

Mi amigo el General Ghilardi aprovechando el penoso estado en que se encuentra Italia se dispone a partir para México y servir la causa d ese país. El es conocido en esta parte del Nuevo Mundo por sus excelentes servicios que prestó en tiempo pasado, y desea que le recomiende a Usted para presentarle un proyecto por el cual su asesoría puede serle de gran utilidad.

Seguro de su benevolencia, me permito presentarle a est3e amigo y compañero de armas.

Su Dev.mo. G. Garibaldi

Al General Clellan, General en Jefe del Ejército de los Estados Unidos.

 

 

ANEXO 3

 

Caprera 11 de enero de 1862

Señor Presidente.

Me permito recomendarle mi amigo y compañero de armas el General Ghilardi. Mi objeto no es tanto de la recomendación de este valeroso oficial, como el de presentar a V.S. mis sentimientos de simpatía.

Con consideración.

Su Dev.mo. Servidor

G. Garibaldi.

Al Ciudadano Presidente de la República de México.

 

 

ANEXO 4

 

México Set.e 19 de 1862

Gral. Luis Ghilardi.

Acapulco.

Estimado Amigo y Sor.

Con mucha satisfacción me he impuesto de sus dos apreciables de 12 de julio último y del 2 del pasado. Celebro infinito la llegada de U. a la Rep.ca en circunstancias en que el Gob.o necesita tanto sus buenos servidores para presentar a los invasores una resistencia heroica y digna de México. Doy a Ud. las gracias más sinceras por la actividad con que desempeñó la defensa de esa plaza.

En cuanto al deseo que U. tiene de prestar sus servicios en el Ejercito de Oriente, ya verá Ud. por la comunicación que se le ha dirigido al Sor. Alvarez que el Gob.o está en la mejor disposición para utilizarlos debidamente y que sólo aguarda la primera oportunidad. Quisiera estenderme algo más para saludarlo a U. como deseo, pero si Apo. Para más me repito suyo afmo.

Q.B.S.M.

Benito Juárez

 

ANEXO 5

 

Palacio Nac. México enero 26/63
Sr. D. Luis Ghilardi.


Pte.

Estimado Amigo y Sor.

Por su carta del día 20 de este mes quedo impuesto de que no capitalizó U. su empleo de General, sino que lo renunció espontáneamente para regresar a Europa a completar la curación de la herida que recibió en la campaña de Puebla abriéndosele auxiliado con dos mil pesos para emprender su viaje.

Quedo impuesto así mismo, que deseando prestar sus servicios en la presente guerra, que México sostiene contra la Francia, ha venido a esta República con algunos oficiales que desean igualmente presentar sus servicios. Mucho agradezco a U. su buena disposición para servir a mi país y cuando haya oportunidad de utilizar los servicios de U. y las de sus compañeros se les ocupará con mucho gusto: pero de pronto no es posible, porque todas las plazas del ejército están ocupadas, por lo que muchos grales., jefes y oficiales están hoy sin colocación.

Deseo que disfrute de buena salud y me repito su


amigo y afmo.
Q.B.S.M.
Benito Juárez

 

ANEXO 6

 

Orden General de la División del 1º al 2 de julio de 1863.

Jefe del día para hoy C. Comandante del Escuadrón Manuel Ruiz Suavia y para mañana el C. Comandante de Batallón Francisco R. Del Castillo. Ayudante de guardia con el C. Comandante Militar Capitán C. Pedro Ordaz y en esta Mayoría General el de su clase C. Seledonio Castillo. El 3er. Batallón Ligero relevará la guardia de la Cárcel. El 8º. Batallón Ligero dará la guardia del Parque, reten del Palacio de Gobierno y escolta de los forzados. El Cuerpo Activo Lanceros de Jalisco dará la escolta para el Gefe del día y nombrará el Capitán que haga la visita del Hospital.

El C. Gefe Comandante Militar del Estado, en oficio de ayer dice a esta Mayoría General lo que sigue: Hoy digo al C. General Luis Ghilardi lo siguiente: En virtud de las facultades de que me hallo investido y en atención a los méritos, servicios y demás circunstancias que a Ud. Adornan he tenido a bien nombrarle 2º. en Gefe de la Comandancia, cuyo nombramiento espero tenga Ud. la bondad de aceptar.

Transcribo a Ud. para su conocimiento y a fin de que lo haga saber a la Guarnición por la orden general del día. En consecuencia pues por lo dispuesto por dicho C. Comandante Militar el citado C. General Luis Ghilardi será reconocido como 2º. en Gefe de la División, obedeciéndole todas las ordenes que diere de palabra o por escrito relativas al servicio.

De orden superior será igualmente reconocido como Ayudante de la Comandancia Militar el C. Alferez Jesús Pérez. De orden superior, O. Echeverría. Comunicada. Castillo.

Certifico que la orden que antecede es copia del original, la que está tomada del libro de ordenes generales del año de 1863 folio 198 y a pedimento de la señorita Da Mariana Sosini se extiende la presente en Guadalajara a ocho de enero de mil ochocientos sesenta y ocho.

Como Jefe occidental.
Jesús Roman.

}

 

ANEXO 7

 

Minuta de comunicación del Gral. Bazaine al gral. L’Heriller en que reiteró la orden de hacer fucilar al gral. Ghilardi.

(México) 13 de marzo (de 1864).

General L’Heriller:

El señor General De Castagny, al darme cuenta del arresto del señor General Ghilardi, me informaba igualmente que lo había hecho llevar ante la Corte Marcial y me comunicaba la sentencia de muerte pronunciada contra este Oficial General, diciéndome que aplazaba la ejecución hasta que yo decidiese. Envié al General De Castagny, en dos ocasiones diferentes, la orden de hacer ejecutar la sentencia de la Corte Marcial. En el caso que esta orden no haya sido transmitida a U., considerará U,. esta carta como una orden de mi parte y dictará todas las medidas necesarias para que el señor General Ghilardi sea ejecutado.

He recibido la carta que el señor General Ghilardi dirige a su esposa y la haré pasar a Lima por conducto de nuestros cónsules. Me rendirá U. cuenta de la ejecución de las disposiciones precedentes.

(Bazaine).

 

 

ANEXO 8

 

Señora Ghilardi

Lima.

Prisión de Aguascalientes 16 de marzo de 1864.

Mi querida esposa, amada hija mía.

Dentro de dos horas bajaré al sepulcro. No tengo nada de que reprocharme, solamente vuestra situación me llena de dolor, pero Dios mío, no somos eternos en este mundo, se necesita pues una virtud suficiente para morir como cristianos; vosotras conocéis además desde tiempo mis ideas políticas que me llevan a la tumba y no ignoráis tampoco mis principios cristianos que siempre profesé. Creo que Dios recibirá mi alma perdonándome todas las faltas cometidas en este mundo; las cometí por una idea que he creído justa por esto no me importa como me juzguen. Te agradezco con toda el alma mi querida esposa todo el cariño y la devoción que me tuviste, admiraré siempre tu virtud y este cariño, que te ruego, lo transmitas y lo compartan nuestra hija y todos aquellos parientes que nos quieren. El señor Amilcare Roncari en México ha sido encargado de retirar del señor Canesi de Puebla los efectos y todo lo que me pertenece que os los envíe.

Que Dios misericordioso proteja vuestras vidas, os pido perdón de las faltas que cometí involuntariamente en este mundo, confié en los hombres y los hombres me engañaron. Os espero en el otro mundo.

¡Adiós, que Dios misericordioso nos ayude!

Ghilardi.

 

ANEXO 9

 

Ultimas disposiciones del General Ghilardi.

Dejo a mi familia todo lo que me pertenece: mis papeles, mis documentos de familia, que se encuentran en poder del Señor Amilcare Roncari (Méjico) y de Luis Canesi (Puebla). Recomiendo a estos señores remitan todo lo que me pertenece a mi familia y les suplico al mismo tiempo que hagan todo lo posible para asegurar los intereses, el dinero y las propiedades que tengo en México. Bajo al sepulcro del mejor modo que puedo; jamás he ultrajado a mi prójimo: yo he amado y amo todavía al pueblo francés. Mi nombre se halla registrado en la alcaldía de Rouen, hace cuarenta años, desde cuya época nada podrá decirse de mi en Francia.

He sido siempre republicano. Deseo que se me haga un ataúd y para esto he dado al gendarme Colín Pedro, dos onzas de oro, y dos pesos para el piquete que tendrá la bondad de tirarme al pecho. Además destino dos pesos para el último guardia que me ha custodiado en la prisión.

Dejo mis efectos al soldado Julio Verdes, que me ha sangrado fusilero del 95, mis anteojos gemelos al aposentador de la gendarmería; mi barda de general al gendarme Colín, mi Biblia, que me ha acompañado toda la vida, se la regalo al sargento Julio Hardy, del primer batallón de cazadores. Deseo que mi libro de oraciones y los retratos de mi familia se dejen sobre mi cuerpo. Ante el tribunal de Dios espero todas las calumnias de mis enemigos políticos (esta palabra fue omitida por el traductor mexicano de entonces cuando se publicó la presente en 1864).

He cumplido con mi deber en el mundo y aunque ocupé puestos muy importantes, jamás hice fusilar a nadie; mi mano ha estado siempre dispuesta a auxiliar a los desgraciados. Muero resignado; Que Dios me reciba en su seno.

Aguascalientes 16 de marzo de 1864.

Ghilardi.

 

Una rúbrica al margen: El que suscribe, general en gefe de la 1º. Brigada de la 2ª. División del cuerpo expedicionario de Méjico certifico: que las últimas disposiciones del ex general Ghilardi, súbdito italiano, al servicio del partido juarista, han recibido su fiel y puntual ejecución según el texto. Adjuntos se hallan los documentos en número de siete. El general E.L. Heriller. Rúbrica.

Aguascalientes, 17 de marzo de 1864.