![]() Jueves 7 diciembre 2000 - Nº 1679
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El Gobierno menospreció la avería del 'Tireless' y aceptó su reparación en Gibraltar "Era más divertido cuando cantábamos el submarino amarillo", bromeó Aznar junto a Blair
C. E. C.,
Madrid
A continuación, el presidente español sostuvo que había quedado muy claro que no existía "el más mínimo riesgo" para las poblaciones circundantes por la reparación de la nave en el puerto de Gibraltar. Ya entonces se admitía que la avería era mucho más grave de lo que se había asumido en un principio. De hecho, cuando el buque llegó al puerto del Peñón procedente de Sicilia y con el reactor apagado por la avería, estaba previsto que pasara allí sólo unas horas.
Pero unos días después, el Gobierno británico decidió que sería reparado allí, pese a que el puerto carecía de la categoría adecuada para arreglar la avería de un submarino nuclear. La oposición pidió el traslado desde el principio. Y los más vehementes fueron los alcaldes de la zona, socialistas, andalucistas y del GIL.
A ellos se unió hace 15 días el ayuntamiento de Cádiz, gobernado por el PP. Incluso el Gobierno de Gibraltar, dirigido por Peter Caruana, puso pegas a la metrópoli. De hecho, lo que más reprochó la oposición y los alcaldes de la zona al Ejecutivo de Aznar es que sólo la actuación de Caruana había logrado detener, al menos temporalmente, la reparación del submarino.
"Suficientemente informado"
El único que apoyó las tesis británicas desde un principio fue el Ejecutivo español. El Gobierno de José María Aznar se consideró en aquellas semanas "suficientemente informado" por las autoridades de Londres. Aunque las pruebas de su desinformación eran múltiples: el 11 de julio, el portavoz, Pío Cabanillas, decía que la reparación se producía con "total normalidad", cuando ésta no había comenzado. Ni siquiera hoy se ha iniciado, tan sólo han cortado el trozo de tubería en el que se detectó la grieta para analizar el motivo de la avería y sustituirla, nunca antes de febrero.
Tras intensas negociaciones, Londres aceptó que técnicos del Consejo de Seguridad Nuclear inspeccionaran el submarino, el 3 de noviembre. Éstos reconocieron después que no habían podido acceder a la zona del reactor y que, por tanto, desconocían la magnitud de la avería y sus posibles repercusiones.
El Ejecutivo aceptó sin rechistar todas las determinaciones del Gobierno de Blair, y sobre todo la fundamental: el traslado del submarino era demasiado arriesgado. Así lo admitía el ministro de Exteriores, Josep Piqué, en una carta al presidente andaluz, Manuel Chaves, el 31 de agosto.
El pasado 8 de septiembre, cuando la polémica crecía, el vicepresidente primero del Gobierno, Mariano Rajoy, restaba importancia una vez más al asunto y comentaba que la reparación concluiría sin problemas "antes de final de año". Añadía que el Ejecutivo español contaba con "argumentos muy razonables" para aceptar la decisión británica de reparar el submarino en Gibraltar. Rajoy concluyó aquel día: "El traslado sí supondría un auténtico riesgo de hundimiento y de catástrofe".
Pocos días después, el mayor implicado en una polémica con un fuerte contenido de crisis diplomática, el ministro de Exteriores, Josep Piqué, confirmaba que ésta era la tesis aceptada por el Gobierno y hablaba en el Congreso de la "inexistencia, por razones de seguridad, de alternativas viables para el transporte" del submarino.
Piqué fue el protagonista de una de las situaciones más extrañas que se han vivido dentro de la rocambolesca historia de la crisis política por el Tireless. El día anterior a la visita de Blair a España, se dio a conocer una carta que el ministro español de Exteriores dirigió a su colega británico, Robin Cook, en la que se quejaba de la "insuficiente información" que recibía su ministerio sobre el desarrollo de los trabajos en el submarino y el alcance de la avería.
En la misiva, Piqué consideraba "inquietante" el agravamiento de la avería y tachaba de "alarmante" la anunciada prolongación de la estancia del Tireless en el Peñón. Era la primera vez que el Gobierno español se pronunciaba en estos duros términos.
Pero la iniciativa del ministro quedó totalmente desautorizada cuando, al día siguiente, el presidente José María Aznar declaró en la conferencia de prensa conjunta con Blair que ambos Gobiernos habían trabajado con una "transparencia y confianza, como demuestran los hechos, satisfactorias" y añadía además que por entonces no había "ningún motivo para la intranquilidad" respecto al agravamiento de la avería.
Aznar, ayer, eliminó con su declaración todos los temores de sus ministros sobre riesgos graves de hundimiento y catástrofe nuclear cuando pidió, siete meses después, el traslado del Tireless al Reino Unido. Los alcaldes del Campo de Gibraltar exigen medidas de mayor calado El PAÍS,
Sevilla / Algeciras
El portavoz de la plataforma anti-submarino, Miguel Alberto Díaz, subrayó que las palabras de Aznar "deben venir acompañadas de medidas y acciones diplomáticas que conduzcan al final de todo este asunto". El alcalde de La Línea de la Concepción, Juan Carlos Juárez se congratuló de que "se estén acercando las posiciones". Por otro lado, el alcalde de Algeciras, Patricio González, recomendó que no se "baje la guardia" por este primer paso y pidió que continúe el trabajo ciudadano.
Juan Clavero, de Ecologistas en Acción, considera que Aznar se ha dado cuenta tarde del peligro que representa el sumergible nuclear averiado. "No me creo que Aznar haya dicho esto sin contar con el Gobierno británico, el plan de traslado ya debe de estar listo". Ricardo Aguilar, de Greenpeace, asegura que no es que "ahora se den las condiciones para el traslado, es que lo que no hubo nunca fueron condiciones para que el Tireless llegara a Gibraltar". Protesta en Palma contra el portaaviones 'Washington' A. M.,
Palma de Mallorca
Gran parte de los 5.000 marinos que forman la dotación del buque se paseaban ayer por la zona portuaria y el centro de la ciudad de Palma. La invitación a la protesta de Greenpeace pretende reunir "cualquier cosa que flote: yates, barcas de pesca, piraguas, motos náuticas, planchas de surf".
Una normativa publicada por la autoridad marítima alertó días atrás a los patronos de las embarcaciones para que, por razones de seguridad, no navegaran alrededor de una zona. Esta comunicación desveló a Greenpeace la inminente entrada en la bahía del portaaviones y le permitió anticiparse al fondeo.
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